ABC 13/10/13
· Líder del sector más separatista de Convergència, Homs (Vic, 1969) dirige el aparato de propaganda del Gobierno catalán y ejerce de enlace con ERC.
De aquel grupo de jóvenes soberanistas con ansias de gobernar que rodeaban a Artur Mas en los albores del pospujolismo solo queda Francesc Homs i Molist (Vic, 1969). El más tímido, dicen algunos. El más gris, creen otros. El más perseverante, aseguran todos. El consejero de Presidencia de la Generalitat es hoy el máximo hombre de confianza del presidente Artur Mas, tras la caída en desgracia de Oriol Pujol, —sobre quien pesa una inculpación judicial por el caso de las ITV—, la marcha de David Madí al sector privado y el desmarque del consejero de Justicia, Germà Gordó, de los postulados más separatistas e ilegales de Convergència.
Este licenciado en Derecho que trabajó en el sector bancario, aficionado al ciclismo y católico confeso, es el único superviviente de esa guardia pretoriana que aguantó la travesía del desierto en la oposición, pero no la dureza de gobernar en plena crisis económica y con el estallido de varios casos de corrupción que habían dormido el sueño de los justos (financiación irregular de CDC a través del Palau de la Música, sentencia del caso Pallerols…). Poco o nada se sabía de este militante convergente, que nunca formó parte de las juventudes nacionalistas, pero sí de la independentista Federación Nacional de Estudiantes de Cataluña (FNEC), hasta que fue ponente del Estatuto en 2006 y secretario general de Presidencia durante el primer Gobierno de Artur Mas. Sonó para titular de Justicia y de Interior, pero tuvo que esperar a 2012 para ser nombrado consejero de Presidencia.
La vía kosovar
Lo hizo a lo grande, en el sentido cuantitativo de la palabra, porque desde hace un año ejerce de portavoz de la Generalitat y de máximo responsable del aparato de propaganda gubernalmental. De su departamento dependen también la política exterior del Ejecutivo autonómico (embajadas), los medios públicos catalanes (TV3 y Catalunya Ràdio), los sondeos de opinión y el deporte. Áreas todas ellas convertidas en instrumentos de adoctrinamiento separatista, pues Francesc Homs ha abrazado la transición nacional y el referéndum independentista con más apasionamiento incluso que el propio Mas. Ejemplo de ello es la regañina que el «president» propinó a Homs cuando este propuso la creación de un registro de patriotas afines a la causa gubernamental.
Pese a este exceso de celo soberanista —o precisamente por ello—, el dirigente catalán le encargó que hiciera de enlace con ERC, socio de legislatura del Gobierno catalán. Grata labor para Homs, quien mantiene una estrecha relación, personal y política, con el líder republicano Oriol Junqueras, con quien ha diseñado un plan B en previsión de que no pueda celebrarse una consulta soberanista en 2014, consistente en convocar elecciones plebiscitarias a las que CiU y ERC acudirían coaligadas y con un único punto en su programa: la declaración unilateral de independencia. Es decir, la vía kosovar. Es decir, el todo o nada.
Lo demuestra la pugna mediática mantenida con el otrora hombre de confianza del presidente catalán, Germà Gordó, a quien desautorizó por asegurar que una consulta debía ser pactada con el Estado. Hay quien interpretó las palabras de Gordó en clave sucesoria, dado el desgaste electoral y político que el desafío independentista le ha causado a Artur Mas. Por contra, Homs nunca ha demostrado demasiada ambición política e incluso parece estar dispuesto a inmolarse para salvar al «president». Prueba de que su objetivo siempre fue la independencia de Cataluña y lo demás es burocracia nacionalista son sus libros «Cataluña a juicio» (2008) y, sobre todo, «Derecho a decidir. Estación concierto» (2010), título que descubre que la reclamación de un pacto fiscal o concierto económico a la vasca era para los convergentes solo un primer paso hacia la reivindicación del Estado propio. Casado y padre de dos hijas, Homs ha dejado de ser «Quico» —como lo llamaban sus allegados para distinguirle de otro consejero de Jordi Pujol de igual nombre y apellido—, y ahora es Francesc, autor del símil «Cataluña es la gallina y el Estado se queda con los mejores huevos» o de la frase «(Cristóbal) Montoro es un macarra». Luego, pidió disculpas.
ABC 13/10/13