Francia cree que la guerra de jefes no cambió en 2008 la estrategia de ETA

EL CORREO 03/06/14

· Atribuye a luchas por el poder la intentona golpista de ‘Txeroki’ y ‘Ata’ contra el grupo de ‘Thierry’ que rozó la escisión

PARÍS. Los servicios antiterroristas franceses analizan la grave crisis en la ejecutiva que puso a ETA al borde de la escisión en 2008 como una guerra de jefes, una revolución de palacio y una intentona de golpe interno motivadas por el reparto del poder sin repercusión en la línea doctrinaria ni en los planteamientos estratégicos. Esta lectura se puso de manifiesto ayer en la vista oral del juicio que se sigue en París desde el 12 de mayo contra los integrantes de la cúpula política detenidos en Burdeos el 20 de mayo de 2008.

El Tribunal Especial de lo Criminal examinó seis documentos descubiertos entonces en soportes informáticos que reproducen el enfrentamiento abierto entre la dirección política y los jefes de los aparatos militar y logístico desde diciembre de 2007 a marzo de 2008. En el primer bando se situaban los procesados Ainhoa Ozaeta Mendikute, ‘Kuraia’, e Igor Suberbiola Zumalde, ‘Kartxi’, junto a Xabier López Peña, ‘Thierry’, fallecido durante su prisión preventiva. La otra facción estaba encabezada por Garikoitz Aspiazu Rubina, ‘Txeroki’, y Mikel Kabikoitz Karrera Sarobe, ‘Ata’.

El comandante de la Subdirección Antiterrorista (SDAT) Nicolas Engel, citado en calidad de testigo, señaló que la crisis no estaba cerrada cuando se produjo la operación de Burdeos. El fiscal Jean-François Ricard planteó que «los arrestos pusieron de hecho a todo un clan fuera de combate». «A partir de la eliminación de ese clan dirigente, ¿hubo un cambio de orientación en ETA?», preguntó. «No veo ningún cambio», respondió el oficial pues a su juicio imperó una «lógica de continuidad».

Ricard observó que los documentos incautados reflejan una «voluntad hegemónica del grupo de Burdeos» que podría explicar la reacción de los disidentes como «reacción a un poder que se les escapaba». Engel coincidió en que se trató de «una reacción a la toma de poder que poco a poco» había emprendido el grupo de ‘Thierry’ hasta el punto de dejar sin representación en el seno del comité ejecutivo ‘Zuba’ al jefe del aparato logístico, es decir ‘Ata’, el más virulento en sus críticas a los detenidos en Burdeos. «Se nota que la rama logístico-militar se sentía perjudicada», dijo.

El oficial antiterrorista destacó el papel desempeñado en la crisis por ‘Txeroki’, a quien presentó como inteligente, astuto y manipulador. «Sabe manejar a ‘Ata’, que es más fogoso e impulsivo. Le pone en primera línea y da la impresión de que es su primer ministro. Conoce muy bien los arcanos traseros del funcionamiento de la organización», expuso. También destacó su «aura, capacidad de dirección y el haber sabido mostrar siempre legitimidad ante los militantes».

Un hecho «nunca visto»
El enfrentamiento entre los dos bandos se saldó con suspensiones recíprocas de militancia y exigencias mutuas de expulsión. La crisis llegó a su paroxismo en marzo de 2008 con un documento firmado por «todos los miembros de los aparatos de ‘Ekintza’ y ‘Lohi’», es decir el militar y el logístico, en el que se decía textualmente: «Informamos de la suspensión de los militantes que nos han conducido a la situación actual y no han probado ninguna voluntad de remediar la crisis: Francisco Javier López, Ainhoa Ozaeta e Igor Suberbiola».

El comandante Engel subrayó que es algo «único» y «nunca visto» la designación de militantes con su verdadera identidad, y no con alias o apodos, en documentos internos de ETA en violación de todas las reglas de seguridad. «Se hizo de manera voluntaria con una voluntad muy deliberada de ponerlos en peligro», valoró.

La jueza Jacqueline Audax, presidenta del tribunal, preguntó a los tres acusados si veían alguna relación entre la revelación de las identidades y los arrestos practicados apenas dos meses después en Burdeos. Ozaeta y Suberbiola respondieron, como de costumbre, que no tenían nada que decir. Jon Salaberria Sansinenea, el tercer procesado, se limitó a contestar: «Hay que comprender el silencio».