J. M. Ruiz Soroa, EL CORREO, 13/10/12
Persiguen homogeneizar culturalmente sus poblaciones y para ello no vacilan en intervenir sobre las neuronas de sus niños
La algarabía que han levantado las palabras del ministro Wert cuando ha revelado que su proyecto escolar sería el de «españolizar a los niños catalanes» es de esas que mueve a risa y vergüenza ajena. Porque esos son los sentimientos que provocan los nacionalistas de toda condición, o los socialistas, cuando se rasgan indignados la vestiduras y afirman con impostada gravedad que esa intención de «españolizar a través de la escuela» es nada menos que preconstitucional y franquista.
Porque, veamos un poco, ¿desde dónde hacen esa crítica los nacionalistas y socialistas? ¿La hacen desde la firme convicción de que es la «libertad de identidad» el principio constitucional y democrático liberal a defender? ¿La hacen desde la idea de que el Estado –y su educación– debe ser neutral en materia de identidad cultural y, por tanto, no puede ponerse como meta infundir identidad concreta alguna? ¿Es así?
La respuesta es patente: no. Y si no lo creen, atiendan por un momento a la prosa fría y terminante del Boletín Oficial. El artículo 3-2º de la Ley de La Escuela Pública Vasca de 1993 declara taxativo que es función principal de la escuela vasca «facilitar el descubrimiento por los alumnos de su identidad cultural como miembros del pueblo vasco». Más claro, verde y en botella. ¿Desde esta base se increpa de preconstitucional y franquista a Wert? El artículo 10 del Estatuto de Autonomía Andaluz de 2007 propugnado por los socialistas establece que uno de los «objetivos básicos» del Gobierno andaluz es «conseguir el afianzamiento de la conciencia de identidad y de la cultura andaluza entre sus ciudadanos»: barra libre para el intervencionismo cultural sobre la conciencia individual. La Exposición de Motivos de la Ley de Educación catalana de 2009 declara enfáticamente que a través de la educación debe plasmarse «la voluntad de configurar una ciudadanía catalana identificada con una cultura común». ¿Es necesario seguir con las citas? Franquistas son todos, en tanto en cuanto su objetivo de homogeneizar culturalmente las poblaciones respectivas es idéntico al de Franco. Sólo que éste lo identificaba con España, y los de ahora con Cataluña, Euskalherria o Andalucía.
Pero el fin es idéntico, sólo varían los medios: unos por la fuerza bruta, otros por la fuerza de la mayoría democrática, pero todos persiguen homogeneizar culturalmente a sus poblaciones y para ello no vacilan en intervenir sobre las neuronas de sus niños. ¿Dónde está, matarile rile rile, eso de la «libertad de identidad» que nació en Europa como «libertad de conciencia» hace ya trescientos años? En la piel de toro no está, desde luego, en ninguno de sus rincones.
J. M. Ruiz Soroa, EL CORREO, 13/10/12