Frenazo abertzale en Navarra. Aviso serio

ALBERTO AYALA, EL CORREO – 08/06/14

Alberto Ayala
Alberto Ayala

· El 25-M confirma que el nacionalismo vasco por sí solo no es alternativa de gobierno en la comunidad foral.

· Los principales afectados por la desafección ciudadana han sido los partidos no nacionalistas.

Navarra lleva años instalada en la convulsión política. El escándalo de las dietas de la CAN, la posterior desaparición de la caja de todos los navarros –comprada por La Caixa a precio de saldo–, la ruptura del eje UPN-PSN y, como corolario, el esperpéntico episodio de la moción de censura socialista contra Barcina, finalmente abortada por Rubalcaba para evitar las críticas del PP, se han traducido en una brutal desafección ciudadana hacia los políticos. Además, en lo institucional, han propiciado que el Gobierno foral lleve meses bloqueado ante la acción concertada de la oposición en el Parlamento.

Siempre se ha dicho que las elecciones europeas no sirven para tratar de anticipar con un mínimo de rigor qué puede ocurrir en futuros comicios de otro tipo, sean locales, generales o autonómicos. Que como mucho pueden valer para apuntar tendencias generales, y con todas las cautelas. Para nada más.

Todo lo anterior se multiplica en el caso de la comunidad foral. A los comicios del pasado 25 de mayo no concurrieron dos de las cuatro grandes fuerzas políticas navarras. El regionalismo de centro-derecha de Unión del Pueblo Navarro (UPN), que lleva dos décadas en el poder. Y la coalición nacionalista Geroa Bai que lidera Uxue Barkos, que integra y ayuda a financiar en gran medida un PNV que nunca ha conseguido dejar de ser una fuerza casi residual en el viejo reyno. Además, conviene tener en cuenta otro dato. En la comunidad foral, como en Euskadi, a la tradicional división derecha-izquierda hay que añadir el eje nacionalista-no nacionalista. Si en el País Vasco es limitado el número de ciudadanos que pasa de votar a una opción constitucionalista a hacerlo a otra abertzale, en Navarra el porcentaje es mínimo, según demuestra la historia.

Sentado todo lo anterior, se pueden extraer tres grandes conclusiones del resultado del 25-M en el viejo reyno. En primer lugar, los principales perjudicados por la desafección ciudadana hacia los políticos, los grandes paganos del malestar social ante determinados comportamientos de algunos responsables públicos, han sido los partidos no nacionalistas y, singularmente, PP y PSN-PSOE.

En las europeas de 2009, en las que tampoco se presentó UPN, las fuerzas constitucionalistas se hicieron con el 71,4% de los sufragios. El porcentaje fue menguando en sucesivas elecciones: 59,8% en los comicios al Parlamento foral de 2011, 50,51% en las municipales de ese mismo año, para repuntar hasta el 62,3% en las últimas generales. El domingo la suma PP-PSN-UPy-D-Ciudadanos-Vox se quedó por primera vez en la historia por debajo del 50%. Exactamente en el 47,58%. Un aviso algo más que serio.

Otra incógnita a resolver era si toda la agitación política que ha vivido y vive Navarra, impulsada a diario desde el mundo abertzale con todos los instrumentos a su alcance, engordaba el voto nacionalista y si lo hacía al punto de situar por vez primera al abertzalismo como alternativa real de gobierno. Pues bien, el nacionalismo ha mejorado posiciones, pero tan levemente que se han vuelto a poner de relieve las practicamente nulas opciones de hacerse con el poder en la comunidad foral al menos a corto plazo sin ayuda de terceros.

Y es que hace un lustro la plancha afín a Batasuna logró el 11,42% de los sufragios y la de EA-Aralar, el 6,93%. En total, un 18,35%. El 25-M, EH Bildu fue por primera vez segunda en Navarra. Pero lo fue por deméritos socialistas más que por méritos propios. Su resultado, un 20,10%, apenas mejora en un 1,75% la suma abertzale de 2009. El PNV sigue abajo, aunque al alza: un 1,82% entonces; un 2,52% ahora.

Globalmente, el nacionalismo vasco pesaba en 2009 un 20,17%. En los comicios al Parlamento foral de 2011 alcanzó su techo, un 28,7%. El domingo llegó el frenazo: un 22,62%. Ello parece evidenciar que la izquierda abertzale es incapaz de atraerse el apoyo de un segmento significativo de votantes progresistas vasquistas navarros que respaldan a Geroa Bai. Con seguridad, más por Uxue Barkos y su progresismo ‘estilo EE’ que por el PNV.

La izquierda del PSN

La sorpresa de las comicios, también en Navarra, ha sido ese tercer espacio que históricamente venía representando Izquierda Unida, y al que el 25-M se unieron con fuerza Equo y, sobre todo, Podemos, también quinta fuerza en la comunidad foral. Esa izquierda ha ido creciendo elección tras elección, desde el 3,4% de 2009 hasta el 20,46% del domingo (sólo 2,2 puntos por debajo del bloque nacionalista). Una de las claves, el acelerado desgaste de un PSN sin perfil propio por su prolongada colaboración con UPN y por la línea que le ha impuesto Ferraz.

En las municipales y autonómicas de dentro de un año estarán los dos ausentes del 25-M, UPN y Geroa Bai. Hay que ver hacia dónde evoluciona Podemos. Y si la desafección sigue o se reduce, con la consiguiente influencia en los niveles de abstención. En otras palabras, si el temblor de hace dos semanas fue un aviso o, por el contrario, un terremoto.

Si fue algo más que un aviso, aunque no llegara a terremoto, Navarra puede encontrarse con el Parlamento más fragmentado de su historia, al punto de hacer extremadamente complejo conformar un Gobierno de mayoría en la Cámara de Pamplona. De creer a los socialistas, no se repetirá el eje UPN-PSN. Tampoco es previsible un frente abertzale, que sería también minoritario.

El Gobierno podría ser cosa de UPN, PP y tal vez UPyD. O puede que de un magma integrado por Geroa Bai, PSN, IU, Podemos y hasta Equo. En ambos casos en minoría. La izquierda abertzale tiene muchos boletos de ser quien incline la balanza, pese a sus casi nulas opciones de tocar poder. Por ahora es una novia sin pretendientes.

ALBERTO AYALA, EL CORREO – 08/06/14