ARCADI ESPADA-El Mundo

Es una lástima que ayer acabara la fase testifical. Ha dado origen a intervenciones realmente interesantes. Ayer, por ejemplo, declaró un funcionario del departamento de Empresa de la Generalidad. Parece que había salido algún pasquín de allí dando apoyo a la huelga posterior al 1 de octubre, aquella huelga de país, como la llaman con su lengua abrasadora. El funcionario se lamentó ante Marchena de una gravísima exageración:

—-Está mal traducido en la causa. En el original se decía: «Donar prou publicitat a la vaga». Y lo han traducido por «Dar bastante publicidad la huelga». Y no, claro: prou publicitat es suficiente publicidad; no bastante publicidad.

En los territorios de lengua catalana hubo un milisegundo de estupefacción general de país, aunque luego la vida siguió. Naturalmente, se apoya mucho más una huelga dándole la suficiente publicidad que no bastante publicidad. Esto si no se dice la bastante, porque en este caso la suficiente publicidad y la bastante publicidad querrán decir, respecto de la necesidad, exactamente lo mismos, como lo corrobora cuando un catalán dice Prou!, que es lo que yo digo, y un castellano dice ¡Basta! que es lo que yo, español de ambos mundos, digo también. Uno de ambos mundos, como el perito sociólogo que declaró horas después para peritar el carácter no violento de Cuixart, como si no bastara con verle. Cuando Marchena comprobó que era americano le preguntó si podría emitir su dictamen en castellano. Y el buen sociólogo contestó:

—Sí, bastante.

Por desgracia estas diversiones y la exhibición de estos contundentes argumentos de autoridad se han acabado ya, porque el funcionario Solà fue el último de los testigos del juicio. Es decir, el último de aquellos convocados ante el Tribunal para decir lo que vieron. Ahora es el turno de la prueba pericial, que traerá a la Sala a personas convocadas para decidir lo que entendieron, como las cuatro funcionarias del Ministerio de Hacienda que debutaron ayer por la llamada del fiscal para peritar la malversación. Y cuyo sexo sin cuota hizo que saltara el whatsapp de mi amiga Berta:

—Menudo techo de cristal con las peritos…

El final de la prueba testifical permite ahora una cierta evaluación. La mayoría de los testigos han sido convocados en razón de un concepto clave: violencia. La violencia, si la hubo en grado suficiente y bastante, es lo que determinará si los acusados son condenados por rebelión o sedición, o por desobediencia. En este sentido parece lógico que las acusaciones hayan llevado a declarar a policías y a los mandos de los policías. Los policías dijeron que parte de la multitud se comportó violentamente, con violencia física y verbal. Y los mandos de la policía que los Mossos d’Esquadra se negaron a usar la violencia legítima del Estado, cumpliendo las órdenes de sus jefes políticos. Las defensas también trajeron a policías, mandos de los policías y a ciudadanos. Unos y otros trataron de demostrar que el grueso de la multitud se comportó de modo no violento e incluso festivo. Y que no hubo mayor intervención política en los dispositivos ejecutados por los Mossos d’Esquadra, hijos del imperativo de utilizar la violencia solo si mediaban agresiones previas.

Sin embargo, la fijación en este concepto oculta la evidencia fundamental que señala la palabra fuerza. Mucho más adecuada para describir el Proceso. Los acusados, cinco de ellos excelentísimos señores desde ayer y espero que hasta mañana, están sentados en la Sala a la fuerza. Por el uso de la fuerza y no por el uso de la violencia. Los policías que actuaron el 1 de octubre usaron la fuerza. Y los Mossos d’Esquadra, no. Pero lo más importante afecta a los ciudadanos que se concentraron en los colegios para impedir el cumplimiento de una orden judicial. No usaron masivamente la violencia, pero usaron la fuerza. Sin esa fuerza, no habría habido Proceso, porque las decisiones colectivas o se ejecutan por la ley o se ejecutan por la fuerza.

A última hora de la tarde, el fiscal Moreno le hizo una pregunta importante al sociólogo:

—¿La desobediencia civil apoyada por el Gobierno no rompe la esencia de la desobediencia civil?

El americano no supo qué decir. En realidad, y durante todo su presunto peritaje, solo dijo altisonantes bobadas. La pregunta del fiscal no alude sólo al tipo de fuerza y su uso, sino al eje mismo del Proceso. Nunca se trató de un pueblo que pidiera ayuda a sus autoridades sino de unas autoridades que pidieron ayuda a su pueblo. Que le pidieron no solo su confianza o su voto. También su fuerza.