ABC 31/03/13
· Los «comandos» están en sus «cuarteles de invierno», pero siguen robando coches y ocultan su arsenal.
En caso de abandonar la actividad terrorista, «ETA no desaparecería, continuaría como organización política dentro de la izquierda abertzale». En el documento «Euskal Herria hacia su independencia», concluido en 2010, la banda deja claro que no tiene intención alguna de disolverse, al menos en breve y de manera voluntaria. Y lo está cumpliendo. Varias fundaciones extranjeras dedicadas a la «mediación en conflictos internacionales» financian parte de la inactividad de ETA, para compensarle por la falta de ingresos procedentes de la extorsión.
Desde el 20 de octubre de 2011, fecha en la que anunció el «cese definitivo de su actividad armada», la organización criminal no ha dado ningún paso hacia su desaparición. Antes al contrario, «lleva a cabo una actividad logística a pleno rendimiento» con el objetivo de perpetuarse como «poder fáctico», explican fuentes policiales. Ello, porque no renuncia a la falacia de representar al «pueblo vasco» en una hipotética negociación con el Gobierno. Y hasta que no logre eso quiere estar presente, aunque sea agazapada, porque su sola existencia constituye la amenaza de un posible regreso a la «lucha armada» y con ello condiciona el nuevo escenario abierto en el País Vasco. Si se hubiera disuelto ya, no podría elaborar comunicados como el difundido el pasado martes, en el que amaga con «consecuencias negativas» ante la firmeza del Gobierno.
«Terneras» contra «txerokis»
La composición del actual «comité ejecutivo» refleja el triunfo de los hombres de José Antonio Urrutikoetxea, «Josu Ternera», sobre los «txerokis», que fueron cayendo uno tras otro, a raíz de la captura de Garikoitz Azpiazu. Pero, «¡ojo!», advierten los expertos, porque ello no supone una dirección «más blanda», sino una jefatura con pretensiones de «sentar al Gobierno en una mesa de negociación, desde una posición de partida dura». Tres de sus integrantes, el propio «Ternera», Iratxe Sorzábal y David Pla, forman parte del frente negociador. El senador de Amaiur, Urko Aiarza, es su contacto con la «izquierda abertzale».
En un escenario de ausencia de atentados, el «aparato logístico», a cuyo frente se hallan Xabier Goyenetxea y Tomás Elgorriaga, alcanza un mayor protagonismo, en detrimento del «militar». Se encarga de custodiar los aproximadamente 10.000 kilos de explosivo –amonal, amosal, cloratita, pentrita, con sustancias reforzantes– que la banda tiene, la mayor parte, en un depósito central, rodeado de máximas medidas de seguridad, y el resto en pequeños «zulos» ubicados en Francia. También almacenan unos 200 revólveres y pistolas y una docena de subfusiles, utensilios electrónicos, placas falsas de matrícula, material de acampada… Los miembros del «aparato logístico» siguen robando vehículos, destruyen los «quemados», y proporcionan a los militantes documentos de identidad. El robo, en diciembre de 2010, de 6.000 tarjetas e impresoras especiales para falsificar DNI, permisos de conducir, o tarjetas de crédito y de acceso a lugares con medidas de seguridad, confirma que los etarras se han preparado para mantenerse durante años en la clandestinidad. Es decir, constituye la prueba de cargo de que ETA no tiene por ahora intención de disolverse, salvo que se vea obligada a ello.
Julen Mendizábal, cabecilla del «aparato militar», asume como cometido principal el control de los aproximadamente 30 pistoleros que le quedan a la banda. Las Fuerzas de Seguridad no tienen constancia de que en estos momentos haya desplegados «comandos» en España. Así pues, esta treintena permanecería encuadrada en «taldes de reserva», a la espera de lo que los dirigentes decidan. Agentes antiterroristas no descartan que hagan prácticas en suelo francés, aunque no hay datos que apunten a que se sigan desarrollando cursillos para nuevos activistas etarras. Las últimas incorporaciones a ETA, que se sepa, han sido protagonizadas por exmilitantes de Segi, que en su día eludieron alguna operación. Pero saben que se alistan en una banda que, en principio, ha dejado de matar y que se quiere convertir en «lobby político».
Los integrantes del «aparato político» no tienen mucho margen de maniobra, porque actúan como meros «lugartenientes» de «Ternera», Sorzábal y Pla. Está encabezado por Mikel Irastorza, un antiguo portavoz del Foro de Debate Nacional que formaron Batasuna, EA y gentes del PNV a título individual. Irastorza tuvo que escuchar recientemente la regañina de una delegación de batasunos, que habían reclamado a la banda un desarme parcial para desbloquear la actual situación, ya que, dijeron, hay que asumir que el Gobierno no va a mover ficha. Pese a que desde hace más de dos años ETA no cobra el «impuesto revolucionario», sus arcas no están tan vacías, como pudiera creerse. Desde hace años tiene empresas tapaderas para blanquear el dinero en Francia y países de América, como México, Venezuela, Uruguay y, se sospecha, también en Argentina. Pero ¿cómo compensa el dinero que ya no le llega de la extorsión?
Cuatro millones anuales
La Policía conoce, por documentos incautados, que desde el cese definitivo de la violencia ETA recibe una elevada cantidad de dinero de algunas de las fundaciones que se dedican a la «mediación en conflictos internacionales». Sin atentados, una banda que se niega a disolverse necesita mantener a sus dirigentes, pistoleros y «retaguardia», además de sus estructuras. «ETA necesitará apoyo económico para llevar su alto el fuego al ámbito del impuesto revolucionario», advertía uno de estos documentos incautados cuando la banda debatía el anuncio de cese de la violencia.
Los agentes antiterroristas aseguran asimismo que si el Gobierno mantienen su firmeza y no cae en la tentación de «dialogar, sondear o tomar la temperatura» a ETA, a la banda se le acabará el tiempo y tendrá que decidirse entre dos opciones: disolverse o reanudar los atentados.
Ven poco probable que se decidan por la segunda. Los etarras se sienten muy acosados por las Fuerzas de Seguridad; «las pistolas se oxidan de no usarlas» y, en caso de volver a atentar, la «izquierda abertzale» se le rebelaría. No obstante, los expertos ven más probable la opción de que acabe por poner punto final. «Ya se encargarán de venderlo como un gesto voluntario para con la sociedad vasca». Pero nunca hay que descartar un regreso al terror, quizá con atentados calculados para no causar víctimas, con golpes de efecto o incluso con una escisión.
ABC 31/03/13