ISABEL SAN SEBASTIÁN-ABC

  • El pacto de la Comunidad Valenciana ha sido un acierto que cumple la expectativa de los votantes del centro-derecha

El escrutinio del 28M y su posterior gestión por parte del PP vencedor en las urnas constituyen una victoria inapelable para la Carta Magna y para España, que salen reforzadas del nuevo mapa político. Es verdad que en el País Vasco, Navarra y Cataluña el triunfo del independentismo resulta abrumador, pero no lo es menos que la generosidad de los populares, anteponiendo el sentido de Estado a sus propios fantasmas o conveniencias cortoplacistas, ha cerrado el paso a Bildu y hurtado la alcaldía de Barcelona a Xavier Trias, alias «que os den», antaño pujolista moderado, hoy abanderado del prófugo Puigdemont en la Ciudad Condal. El socialista Collboni, nuevo regidor de la plaza, está lejos de encarnar la resistencia heroica de la democracia ante los embates del separatismo, aunque representa el mal menor y un alivio indiscutible tras la era negra de Colau. Y todo ello es mérito de un Sirera que ha sacado el mejor partido posible a sus cartas, con el respaldo de Feijóo. En cuanto al PNV, principal agraciado por el bloqueo de Iturgaiz al brazo político de ETA que el PSOE blanqueó, es una opción más tolerable que la de quienes llevaban a cuarenta y cuatro terroristas en sus candidaturas. La fuerza llega hasta donde llega y a nadie puede pedírsele que haga milagros en yermos víctimas desde hace lustros de una siembra antiespañola de efectos devastadores. Era indispensable detener en seco el avance de esa gangrena disgregadora que amenazaba a los territorios limítrofes, y ese empeño se ha conseguido con creces, pese a quien pese.

A diferencia de otros analistas y de algunos consejeros genoveses, soy de las que piensa que el pacto de la Comunidad Valenciana ha sido un acierto en el fondo y en la forma, amén de cumplir la expectativa de la inmensa mayoría de los ciudadanos que han votado al centro-derecha en Valencia y en los ciento cincuenta ayuntamientos donde ha sucedido lo mismo. ¿O alguien cree que los valencianos preferirían seguir presididos por Ximo Puig y los habitantes de esos municipios no querían desalojar a la izquierda con sus votos? Todas las encuestas publicadas desde entonces premian al PP por su actuación. Los acuerdos con Vox respetan escrupulosamente las normas de la democracia al dar cauce al cambio decretado por el pueblo, y en el caso concreto de la CAV garantizan, por ejemplo, que cese de inmediato la lluvia de millones a las políticas pancatalanistas. Haber cerrado el trato en un tiempo récord demuestra respeto por un electorado al que no se ha intentado engañar posponiendo lo que todos sabíamos inevitable. O sea, hacer lo contrario de lo que hizo Sánchez cuando aseguraba que jamás se entendería con Podemos o con Bildu. Porque los famosos ‘tiempos’ tendrán su valor político, pero la verdad debería pesar infinitamente más en la balanza en la que juzgamos el quehacer de nuestros gobernantes.