IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • Las pensiones sólo están garantizadas a corto plazo. A medio y largo, necesitamos un flujo de ingresos suficientes para que sean sostenibles

Pero no es así. Para que estén garantizadas, de verdad y de forma duradera, hay que vencer primero el reto del envejecimiento. No solo vivimos más, sino que las ganancias de longevidad -que en una buena parte del siglo XX se hicieron en años que quedaban dentro de la vida laboral y por eso explotó la productividad- ahora se obtienen en años improductivos. Si antes se traducía en más años trabajados, ahora se convierte en más años de cobros. Eso son buenas noticias para las personas, pero malas para el sistema.

Todo se acabará cuando lleguen los ‘hombres de negro’. A ellos no les preocupa en qué gastamos, sino los desequilibrios

Y luego está eso tan aburrido de la sostenibilidad. El Gobierno ha eliminado la fórmula anterior y no la ha sustituido por ninguna otra, lo cual evita el debate público y el desgaste político, pero agrava el problema, en lugar de solucionarlo. De media, a los doce años de pensionista, la Seguridad Social te ha devuelto ya todo lo que has cotizado y aún te restan diez años de esperanza de vida. ¿Es eso sostenible? José Antonio Herce, probablemente la persona que mejor conoce el problema, plantea una alternativa que consistiría en cambiar de óptica en cuanto a la edad de jubilación. En lugar de ser 65+X, propone EVG-X. En donde EVG sería la esperanza de vida generacional. Tiene mucha lógica. En vez de calcular cuánto tiempo trabajamos, deberíamos determinar cuántos años podemos (no queremos) cobrar la pensión, considerando lo que vamos a vivir. Pero eso me parece inviable en el momento político actual, en el que todos los partidos nos tratan como a menores, nos prometen caramelos y nos evitan los disgustos. Además de un déficit financiero, el sistema tiene un déficit de responsabilidad individual. El Estado te dice cuánto cotizas, durante cuánto tiempo y cuánto vas a cobrar después. Solo nos queda fijar cuándo pensamos morirnos. Un evento ciertamente desagradable a nivel individual, pero gozoso para el sistema que, en buena lógica, todos tratamos de posponer.

¿Hasta cuándo durará la ‘garantía’ de las pensiones que prometen, una y otra vez, nuestros dirigentes? Pues hasta que aparezcan los ‘hombres de negro’. A ellos les da igual en qué gastamos los presupuestos, solo les preocupa su desequilibrio. Así que, si pretendemos salvar el desfase actual y el venidero, que será aún mayor, con su enchufe a la Seguridad Social, habrá que disminuir otras salidas. ¿Cuáles? Ni idea, pero llegado el momento de rendir cuentas a tan amables señores, que les enseñen el BOE. A ver qué piensan de las garantías tantas veces prometidas.