José Antonio Zarzalejos_El Confidencial
El partido de Rivera se comporta como un receptador político de tránsfugas con escasísimo —¿nulo?— valor añadido y ‘buitrea’ en términos políticos. La ‘operación Garrido’ huele mal. Apesta
Vamos directos al grano: el ‘fichaje’ por Ciudadanos de Ángel Garrido, expresidente de la Comunidad de Madrid y cuarto en la lista a las europeas del PP, es un caso de libro de transfuguismo político. De ese transfuguismo contra el que pactaron, en los noventa y en los primeros años dos mil, los partidos políticos, cuando el de Rivera —regenerador, se proclama— no actuaba en la política nacional. Se consideró entonces que esta práctica era como una suerte de competencia desleal en el mercado de la política y beneficiaba a las personas con pocos escrúpulos. El pacto se ha venido incumpliendo reiteradamente, antes, pero también ahora. La ‘operación Garrido’ quintaesencia la naturaleza reprobable de esta práctica. Y en ella concurren tres claves particularmente penosas:
1) El expresidente de la Comunidad de Madrid, mano derecha en su momento de Cristina Cifuentes, no ha sido precisamente un ‘damnificado’ de la nueva dirección del PP. Pablo Casado le situó en la cuarta plaza de la lista para el Parlamento Europeo, por delante de exministros de Rajoy y personas con larga trayectoria en la organización. En otras palabras: no fue designado aspirante a encabezar las listas autonómicas, pero ni se quedó en la calle ni se le dejaron de reconocer sus esfuerzos, fueran estos muchos o pocos.
2) Ciudadanos está errando. También se confundió con Silvia Clemente —presidenta popular de las Cortes castellanoleonesas— y con el balear José Ramón Bauzá, que también irá a la Cámara europea, como Soraya Rodríguez ex del PSOE. Rivera o Villegas tendrían que explicar el sentido político de estas maniobras y la acumulación de supuesta reputación que conllevan estos ‘fichajes’, que no son precisamente galácticos y que tienen un denominador común: son políticos, por unas razones u otras, rebotados. No guardan ni siquiera un periodo de carencia, un tiempo de ‘duelo’. De esta manera, Cs se comporta como un receptador político de tránsfugas con escasísimo —¿nulo?— valor añadido y ‘buitrea’ en términos políticos.
Si lo que quiere el partido de Rivera es hacerle una opa al PP, que se la lance a lo grande y por derecho, pero no con este tipo de ‘puñaladas’ traperas que remiten más a la bandería chabacana que a la política de altura. Es particularmente decepcionante que un partido que ha dicho venir a ventilar la política nacional incurra en las peores prácticas del pésimo bipartidismo. Esta operación es rancia y antiestética, y le pasará factura a Cs por aquellos que percibieron con su irrupción en la política nacional una oportunidad para la ‘nueva’ política y que forman ahora una legión de decepcionados.
3) Que Pablo Casado y el PP se hayan enterado de la fuga de Garrido por los medios de comunicación habla mal del ‘casting’ de los ojeadores del partido, de la ‘auctoritas’ y de la ‘potestas’ de su presidente y del clima interno en la organización. La proyección del PP hoy por hoy no es precisamente sólida. Al contrario. El presidente popular afirmó que si él ganaba las primarías y luego el congreso de la organización, “ganaban todos”. No está siendo así y muchos se han retirado a sus cuarteles de invierno, algunos dolidos y otros indiferentes o en desacuerdo con la nueva etapa.
No era el caso de Ángel Garrido, al que se le granjeó una posición muy destacada —y muy deseada por otros— en las listas europeas. Se bisbisea que hay más ‘garridos’ en la cartera de Ciudadanos. La operación de ayer —a tres días del 28-A— hizo mucho daño a los populares y suscitó en Génova auténtica indignación. “¡Como para gobernar juntos!”, exclamó un estrecho colaborador de Casado.
Mientras tanto —¿no lo oye Rivera, pese a los silencios que hizo en el plató de TVE?—, Vox avanza a galope y más lo hará con operaciones como la del tránsfuga Garrido que, a la postre, lo ha sido porque encontró en Ciudadanos a un receptador de su oportunismo. Tendrá consecuencias este episodio y no serán buenas, porque la ‘operación Garrido’ es de las que huelen mal. Apesta.