Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Los precios se frenan. ¿Bajan? Si ha ido recientemente al mercado ya sabe que no. Se frenan, es decir, continúan subiendo, pero ahora lo hacen más despacio. Los precios no se acumulan, se cierran con el año y luego se comparan con el anterior. Este mes han subido solo un 2,9%, comparados con el mes de junio del 2022, cuando subieron a ritmo de dos dígitos. Es decir, entre el efecto base de comparación y la sensible bajada de los combustibles la cosa ha quedado dentro de los límites marcados por el BCE, que es del 2%. Es decir una buena noticia que necesita mantenerse en el tiempo y contagiar a la subyacente, para convertirse en excelente. Además, para que surta efecto y produzca alivio, tiene que contagiar a la europea para torcer el brazo del BCE y abrir la puerta a las bajadas de tipos. Una relajación de la política monetaria que se ve aún lejos, por el mal comportamiento de los precios en Europa y por la tozudez del regulador que ya ha advertido de una nueva subida de tipos a finales de julio y amenazado con mantener su rigor el tiempo que sea necesario, incluso con el riesgo de que esa perseverancia agrave la crisis que asoma por la Europa central.
La realidad de los precios, su cruda realidad, nos la dio el miércoles el Instituto Nacional de Estadística con su Encuesta de los Presupuestos Familiares, donde se ve que las familias españolas consumimos un 3,2% menos que antes de la pandemia, pero gastamos en ello un 4,4% más. Precisamente eso sucede porque todo está mucho más caro. Vayamos al detalle. La factura de los suministros del hogar sube en 350 euros de media por unidad familiar; la cesta de la compra se lleva 221 más y el transporte nos supone un incremento de 564 euros por familia.
Esto en lo que respecta a los gastos que podríamos considerar inevitables. La situación de los ‘caprichos’ como salir a cenar, pernoctar en hoteles y viajar tampoco es buena, pues se llevan hoy 665 euros más. En casi todos los productos o servicios, desde la electricidad al pan, pasando por el pescado o el queso resulta que hemos gastado más dinero, habiendo reducido su consumo.
Es lo que ven las familias cuando se acercan al mercado o abren la correspondencia recibida del banco. Y por eso les cuesta tanto creerle a la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, cuando habla, con su preciosa sonrisa, de la moderación de los precios o al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez cuando, con el brillo de sus colmillos, nos asegura que vamos como una moto. Seguro que sí, pero ¿hacia dónde?