Juan Carlos Viloria-El Correo
- Los acuerdos de Abraham entre Israel y los países árabes han dejado sin influencia ni financiación a Hamás
Ségolène Royal, antigua candidata a la presidencia francesa, ex de François Hollande y una dirigente socialista todo terreno, se preguntaba en Canal + en un programa de tertulias y entrevistas, corrillos y chácharas, si un tema tan grave como el ataque de Hamás a Israel se debía parlotear en un plató de televisión. En el programa de Ana Rosa la mesa en la que se hablaba del conflicto estaba compuesta por Alaska, Lolita y Vicky Martín Berrocal. No seré yo quien critique a la gran periodista de Tele 5 ni a sus colaboradoras, pero creo que doña Ségolène tiene razón cuando pide un poco de por favor en un asunto tan complejo, tan sangrante y que puede ser un terremoto geopolítico en los próximos años.
Cuando se trata de aprender algo del radicalismo islamista y de las fuerzas subterráneas que lo mueven y provocan una violencia global, me sirve de guía el escritor argelino, Boualem Sansal, autor del ineludible libro: «Gobernar en nombre de Alá». Tras la conmoción del ataque terrorista de los fanáticos de Hamás sobre la población civil de Israel, sostiene que «el islam radical ha desatado una guerra santa contra occidente». Cuando aún no se había producido el atentado de Bruselas contra dos hinchas de fútbol ya había advertido Sansal que el ataque de Hamás es el principio de una ola de atentados que además de Israel golpeará a los países árabes que han firmado los acuerdos de Abraham (Marruecos, Barhein, Emiratos, Sudán) y a los que proyectan sumarse a ellos (Arabia Saudí y Libia). Y, actuarán por todos los medios a su alcance contra los países occidentales, especialmente Francia.
El contexto en el que se ha desatado la violencia salvaje de Hamás coincide, según Boualem Sansal, con la preocupación en el islamismo radical con la normalización de las relaciones entre Israel y varios estados árabes, lo que ha reducido considerablemente su influencia sobre gobiernos y poblaciones musulmanas y secado varias fuentes tradicionales de financiación directa o indirecta (saudíes, cataríes, kuwaitíes, turcos, argelinos, egipcios).
El efecto de esta normalización y a la vista está en los hechos del 7 de octubre (negro) es la radicalización de Hamás y la relajación de Israel. Como árabe y musulmán que conoce a fondo el terreno, Sansal, sabe que Gaza no se reduce a Hamás. Pero también que los habitantes de Gaza que no se suman a la djihad tiene muy difícil la supervivencia. «Hay que ayudarlos a comprender que el rechazo de Hamás no es traicionar a Alá, sino al contrario, es amar la paz». Y, dirigiéndose a los israelíes, les advierte de que combatir a Hamás sólo con plomo no hará otra cosas que reforzarlos. «Hay que ayudar a los gazatíes a liberarse de su influencia y los israelíes deben liberarse de sus ultraortodoxos que destruyen la democracia en Israel».