KEPA AULESTIA-EL CORREO
Pedro Sánchez no ha podido desplegar la ‘geometría variable’ que se le atribuye como intención estratégica porque, a causa de la polarización, las sumas parlamentarias posibles permiten solo dos combinaciones -hacia su derecha o hacia su izquierda y el independentismo-, y porque sus eventuales ‘partners’ -empezando por sus socios de coalición- tampoco están dispuestos a facilitarle la legislatura. Las votaciones de los jueves en el Congreso ofrecen un destilado de coincidencias que sirven al Gobierno para ‘tirar palante’. Pero a un ritmo y en unas condiciones que no aseguran ni de lejos llegar a 2023 por inercia, a falta de una mayoría alternativa.
La geometría posible es muy limitada para el Gobierno Sánchez, porque a cada paso Unidas Podemos necesitará encontrar una causa para hacerse notar. Como cuando el éxito socialista en Cataluña acabó orillado por la diatriba con sus socios sobre la violencia callejera. O como ayer mismo cuando, a cuenta del último pago a Hacienda de Juan Carlos I, Iglesias se volvió hacia quienes en la conmemoración del 23-F aplaudieron las palabras de Felipe VI. A las diferencias que han aflorado hasta la fecha en el seno de la coalición se le juntarán pronto las tensiones en la administración del Fondo europeo, la discusión de las reformas que le acompañan y las discrepancias ante los ajustes a introducir en los Presupuestos 2022. A no ser que Unidas Podemos experimente una metamorfosis socialdemócrata, lo probable es que Pedro Sánchez se vea obligado a acortar la legislatura, amagando si acaso con invitar a PP y a Ciudadanos a sostenerla juntos.