KEPA AULESTIA-EL CORREO

La apreciable distensión política del pleno del miércoles en el Congreso y el acuerdo de ínfimo calado entre PSOE, PP, Unidas Podemos y PNV para el Consejo de Administración de RTVE parecieron anunciar un cambio notable en la política española. El deliberado distanciamiento de Pablo Casado respecto a los de Abascal y su reivindicación del centro permitían suponer que socialistas y populares estaban a punto de desencallar a la vez todos los órganos institucionales pendientes de renovación. Hasta las declaraciones de Pablo Iglesias, «nunca hay que descartar un hasta aquí hemos llegado», refiriéndose a la coalición de gobierno, pasaron desapercibidas. Pero en cuestión de horas la semana política dio un segundo giro de guion, y ayer volvimos a asistir al bloqueo y a los reproches mutuos. Vista la componenda de RTVE, no habría que descartar un tercer giro para el lunes o el martes que desatasque la renovación del Consejo General del Poder Judicial y de otras instancias. Pero sin entusiasmos. A sus protagonistas les será imposible, en tal caso, alentar la idea de que entramos en un tiempo nuevo.

Pedro Sánchez no ha podido desplegar la ‘geometría variable’ que se le atribuye como intención estratégica porque, a causa de la polarización, las sumas parlamentarias posibles permiten solo dos combinaciones -hacia su derecha o hacia su izquierda y el independentismo-, y porque sus eventuales ‘partners’ -empezando por sus socios de coalición- tampoco están dispuestos a facilitarle la legislatura. Las votaciones de los jueves en el Congreso ofrecen un destilado de coincidencias que sirven al Gobierno para ‘tirar palante’. Pero a un ritmo y en unas condiciones que no aseguran ni de lejos llegar a 2023 por inercia, a falta de una mayoría alternativa.

La geometría posible es muy limitada para el Gobierno Sánchez, porque a cada paso Unidas Podemos necesitará encontrar una causa para hacerse notar. Como cuando el éxito socialista en Cataluña acabó orillado por la diatriba con sus socios sobre la violencia callejera. O como ayer mismo cuando, a cuenta del último pago a Hacienda de Juan Carlos I, Iglesias se volvió hacia quienes en la conmemoración del 23-F aplaudieron las palabras de Felipe VI. A las diferencias que han aflorado hasta la fecha en el seno de la coalición se le juntarán pronto las tensiones en la administración del Fondo europeo, la discusión de las reformas que le acompañan y las discrepancias ante los ajustes a introducir en los Presupuestos 2022. A no ser que Unidas Podemos experimente una metamorfosis socialdemócrata, lo probable es que Pedro Sánchez se vea obligado a acortar la legislatura, amagando si acaso con invitar a PP y a Ciudadanos a sostenerla juntos.