Teodoro León Gross-ABC

  • El Ejecutivo está achicharrado, sin mayoría después de armar el asalto a la legislatura mercadeando con los partidos más hostiles el ordenamiento constitucional

Un gobierno puede tensar, decepcionar, crispar, diluirse, confrontar, frustrar, provocar, asombrar, naufragar, enfurecer… pero lo que no puede, o no debe, es llegar a dar vergüenza al país. El presidente del Gobierno, con su mujer imputada por varios delitos en los tribunales, desprecia la acción de la Justicia como «asociaciones ultraderechistas». Capaz de mentir hasta el paroxismo, desde el pacto con Bildu a la amnistía o la caja única. Y este es, más allá del organigrama oficial, su gabinete:

María Jesús Montero: Vicepresidenta 1ª, palmera primera, titular de Hacienda a la que se ha investigado por revelación de secretos, al borde de estar imputada en el Tribunal Supremo. Su gestualidad macarra en el Congreso es un género viral.

Yolanda Díaz: Vicepresidenta 2ª, qué cosas. Eligió portavoz de su grupo desentendiéndose de una denuncia contra él por acoso sexual. De ser la gran Esperanza Blanca a Lastre Sombrío.

Félix Bolaños: Ministro de Justicia Desacreditado. Comanda la idea del ‘lawfare’. Trabaja como titular de la Presidencia en calidad de propagandista.

José Manuel Albares: Ministro de Proyección Ideológica Internacional, antes Exteriores. Su gestión consiste en corregir su gestión.

Margarita Robles: Ministra de Defensa. Cordial, eso sí.

Fernando Grande-Marlaska: Ministro del Interior. Abucheado en cada acto oficial, sobre todo de las FCSE. De combatir a ETA a dar la ley de Seguridad Ciudadana a Bildu. Contra las víctimas.

Óscar Puente: Ministro del Caos en el Transporte, cuya función real es ejercer de matón del gabinete, con amenazas y descalificaciones en redes.

Pilar Alegría: Ministra de la Mala Educación, sobre todo en su papel de ‘portacoz’ del Gobierno.

Ángel Víctor Torres: Ministro de Confrontación Territorial, según siglas. También es titular de Desmemoria Democrática, plan B de la confrontación.

Isabel Rodríguez: Ministra de la Vivienda Imposible. Sin gestionar parecía mejor.

Mónica García: Ministra contra la Sanidad. Encubridora del «monstruo».

Ernest Urtasun: Ministro de Incultura y Leyenda Negra. Descoloniza los museos y coloniza las instituciones culturales. Confunde ideas e ideología, conocimiento y consignas.

Diana Morant: Ministra de Ciencia Oscura, toda una fantasía, y de Universidades, con la obsesión sectaria de perseguir lo privado.

Óscar López: Ministro de Regresión Democrática. Contra los Medios. Enviado para dar relevo a Puente como correveidile de las consignas de Moncloa.

Se podría seguir, con algunos ministros que probablemente nadie sabe quiénes son –¿Quién es Sira Rego? ¿Quién Pablo Bustinduy?– y ministros que fatalmente sí se sabe quiénes son, como Ana Redondo, que entiende la Igualdad como una trinchera, el sello del gabinete. El Gobierno está achicharrado, sin mayoría después de armar el asalto a la legislatura mercadeando con los partidos más hostiles el ordenamiento constitucional. ¿Qué podía salir bien? Pero ya no es el fracaso, sino la vergüenza…