JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 17/08/16
· Sánchez sabe que, si Rajoy pacta con los nacionalistas, él también podrá hacerlo.
Como es inimaginable que el Comité Ejecutivo del PP niegue su confianza a Rajoy, puede adelantarse que hoy dará luz verde a su estrategia de investidura del brazo de Ciudadanos, que incluye la penitencia de aceptar una comisión investigadora del caso Bárcenas y de la financiación irregular del partido. Los de Rivera, ya que no han podido cobrarse su cabeza, al menos podrán desahogarse zurrándole de lo lindo en el Congreso. Rajoy lo ha aceptado con su cachaza habitual. Su primer objetivo –el sí de Ciudadanos– lo tiene en el talego. «Dame pan y llámame tonto (o lo que sea)».
Pero eso no resuelve su investidura. Siguen faltando seis votos. Seis miserables votos entre los 350 que tiene el Congreso, pero imprescindibles, porque el resto son 180, ¡y le tienen unas ganas! Y Pedro Sánchez sin cederlos. Desde el PP, desde Ciudadanos, desde la vieja guardia del PSOE, desde nada más y nada menos que «El País», con más peso que todos ellos juntos, vienen presionándole para que permita la investidura de Rajoy por dos argumentos que rezuman lógica.
El primero, porque su abstención no significaría endosar la investidura, sino permitir que, después de casi ocho meses, haya un gobierno en España, algo absolutamente necesario para que la administración del Estado se ponga en marcha y cumpla con sus obligaciones tanto interiores como exteriores.
El segundo, porque ello permitiría al PSOE interpretar el papel que él mismo se ha asignado en la próxima legislatura: el de oposición. Una oposición leal, pero implacable en todos los aspectos políticos, económicos, sociales, educativos, judiciales e incluso morales de la Administración, sin dejar que Podemos ocupe ese papel.
Pero ni por esas. Pedro Sánchez se ha ido de vacaciones sin querer siquiera oír hablar de ello, limitándose a aconsejar a Rajoy que se busque esos seis votos «entre sus afines», apuntando a los nacionalistas supuestamente de derechas. Lo hace también por dos razones, una privada –sabe que si autoriza la abstención de seis diputados o del entero bloque socialista, en el próximo congreso del partido le descabalgarán– y otra más genérica: que si Rajoy pacta con los nacionalistas (que, por cierto, ya no son nacionalistas sino separatistas), él también podrá hacerlo en caso de que ese «gobierno Drácula» (por lo de chupar la sangre) no funcionara, para montar con ellos y la izquierda un «gobierno Frankenstein», como lo ha llamado Rubalcaba y propugnan los socialistas del arco mediterráneo.
Quiero decir con todo esto que de la reunión de hoy no podemos esperar gran cosa. Manos libres a Rajoy por parte de su Ejecutiva y seguir a la espera de que Pedro Sánchez acuda a una cita a la que sólo irá a rastras, e incluso ni siquiera así es seguro. Lo que nos aproxima a lo que todos dicen rechazar: unas terceras elecciones. Pero tampoco eso es seguro. El verano de 2016 está lleno de sorpresas y nos quedan por vivir todavía unas cuantas.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 17/08/16