DIARIO VASCO, 11/8/11
El partido ilegalizado cree que la banda no dará al PP razones para «frenar el proceso». Los ejecutivos central y vasco constatan movimientos entre los presos para que se acabe la violencia
El Gobierno y la izquierda abertzale no esperan un gesto de ETA de cese definitivo de la violencia antes de las elecciones del 20-N. El adelanto de las generales puede aplazar, de esta forma, cualquier nuevo movimiento de la organización armada hasta que se aclare quién gobierna en España, en especial si hay alternancia y el PP llega a La Moncloa. Por tanto, ni el Ejecutivo español ni la ilegalizada formación contemplan para los próximos meses un pronunciamiento etarra anunciando el abandono definitivo de las armas, aunque, al mismo tiempo, están convencidos de que no va a haber ninguna involución y de que la tregua permanente y verificable en vigor seguirá adelante. De hecho, la izquierda abertzale sostiene que ETA no va a dar argumentos a un hipotético nuevo Gobierno del popular Mariano Rajoy para frenar o bloquear «el proceso político» abierto para la paz y normalización de Euskadi, según fuentes cualificadas de este sector político.
El adelanto de las generales de marzo a noviembre ha alterado los ritmos del camino hacia la paz definitiva del País Vasco, en una coyuntura en la que la posibilidad de un anuncio de ETA en las próximas semanas decretando su final definitivo ha vuelto a ser objeto de debate. Partidos como el PNV han intensificado estos días sus peticiones a la organización terrorista para que anuncie su final antes de que José Luis Rodríguez Zapatero agote su mandato. Al mismo tiempo, los gobiernos central y vasco constatan un movimiento creciente de presión dentro de las cárceles entre los presos para que ETA ponga fin a la violencia, conscientes de que sólo esa decisión les otorgaría «perspectivas de futuro» en su situación personal, según fuentes gubernamentales de absoluta solvencia. Estos mismos medios sostienen que más que estar buscando ETA la opinión de los reclusos, son éstos quienes tratan de que se oiga su voz ante la dirección etarra.
El análisis que se efectúa desde el Gobierno español y desde el mundo de la antigua Batasuna es que ETA no va a cerrar definitivamente la persiana hasta comprobar qué estrategia antiterrorista sigue el nuevo gobierno que salga de las urnas, en especial si, como apuntan todas las encuestas, es el PP quien releva a los socialistas. Según este diagnóstico, ETA no podría arriesgarse a ir más allá en su actual tregua permanente sin saber en qué parámetros se va a mover, presumiblemente a partir de diciembre, el nuevo Ejecutivo de Madrid, del que se presume una menor flexibilidad que la que puedan exhibir los socialistas.
Es por ello que la izquierda abertzale no descarta una ligera ralentización del proceso, aunque insisten en que la apuesta clara e irreversible del mundo político independentista por las vías pacíficas garantiza que la lucha armada no se va a retomar en ningún caso. Además, la nueva estrategia política está asumida por la gran mayoría de las bases independentistas de izquierdas y ha recibido un nuevo impulso con las clarificadoras declaraciones de Arnaldo Otegi de desmarque de ETA en el último juicio en la Audiencia Nacional.
Gestos penitenciarios
En todo caso, la izquierda abertzale insiste en la necesidad de que el Gobierno español tenga un gesto hacia el mundo de los presos que acelere el desmantelamiento de todas las estructuras etarras. La excarcelación de los reclusos enfermos, el fin de la doctrina Parot que alarga la estancia en prisión de los reclusos con altas condenas o el acercamiento de internos a cárceles vascas permitirían a la organización armada resolver sus cuestiones «técnicas» y poner punto final a su trayectoria, abriendo un nuevo ciclo, sin violencia, que permita debatir sobre un futuro nuevo marco político vasco, reitera el sector independentista.
En este contexto, la izquierda abertzale sostiene que un futuro gobierno del PP no va a contar con argumentos para frenar el camino abierto hacia la paz en Euskadi. De esta forma, el mundo de la antigua Batasuna se muestra mucho menos pesimista sobre la influencia en Euskadi de un triunfo del PP en las generales que, por ejemplo, el PNV o algunos sectores del PSE-EE.
La formación proscrita se basa en que el escenario sin violencia de ETA está muy consolidado, con más de dos años sin asesinatos en España y 500 días sin víctimas mortales, desde que el policía francés Nérin fue asesinado en un tiroteo con un comando en marzo de 2010. La izquierda abertzale está convencida de que la tregua es irreversible y, por tanto, considera muy difícil que en un escenario consolidado de ausencia de violencia ningún gobierno español, ni siquiera del PP, se atreva a dar pasos que perjudiquen esa situación.
En segundo lugar, la izquierda abertzale considera que una gran mayoría social en Euskadi apoya el proceso emprendido y que Rajoy no podría frenarlo sin ocasionar «un coste para el PP vasco». El sector ilegalizado entiende que si el Gobierno central «frustra el camino abierto», los populares podrían quedar de nuevo aislados políticamente en Euskadi, con un PNV que también reclama al Estado que se implique en un proceso y un PSE-EE que ha flexibilizado el discurso.
DIARIO VASCO, 11/8/11