ABC 13/05/14
· El expresidente revienta la campaña de Valenciano con su propuesta de una gran coalición PP-PSOE «si el país lo necesita»; Rubalcaba, rotundo, dice no
Mariano Rajoy y Felipe González están de acuerdo en pocas pero relevantes cosas: la defensa de la Monarquía, la ilegalidad del referéndum independentista catalán y la apuesta por una gran coalición de sus dos partidos «si la situación del país lo hiciera necesario». Este último punto de encuentro estuvo presente en una charla que, según ha sabido ABC, compartieron el tercer presidente de la democracia con el actual jefe de Gobierno, dentro de los encuentros habituales que ambos mantienen. A ninguno le «enloquece la idea de un acuerdo global entre las dos formaciones porque anula las perspectivas diferentes que tiene cada partido», según fuentes del entorno del expresidente, pero ambos consideran que «los intereses de España están por encima de los de PP y PSOE». Sin embargo, hay un compañero de partido de González al que ni le gusta la gran coalición ni, en términos generales, las reuniones «secretas» de Rajoy y González. Ese socialista se llama Alfredo Pérez Rubalcaba.
· A favor de un acuerdo: La vieja guardia del PSOE cree que es legítimo responder con un gran pacto al que formarían los radicales
El líder del PSOE, que camina sobre el alambre de las malas perspectivas con que arrostra la campaña su candidata Elena Valenciano, y su incierto futuro político, es conocedor de las frecuentes charlas entre el que fue su jefe en el Consejo de Ministros y su rival para alcanzar la Moncloa. González le dio un disgusto anteayer en La Sexta: «Yo hablo, sea quien sea y esté de acuerdo o no con lo que hace. Estoy disponible. Y no tengo interés en la foto, nunca he querido tener un cargo institucional». Pero si Rubalcaba no es un forofo de esos encuentros, por mucho que se barnicen con tintes institucionales, mucho menos lo es de que el primer presidente socialista milite en un concepto, muy europeo y todavía de escasa tradición en nuestro sistema, en el que se citan intelectualmente en los últimos meses muchos responsables políticos: la gran coalición de los dos grandes partidos que han gobernado España.
González atizó donde más duele en Ferraz ya que en la sede socialista no quieren ni oír hablar de sumar sus fuerzas a Rajoy para evitar la fagocitación de sus propuestas. Es más, la dirección socialista cree que una apuesta como esa puede perjudicar gravemente a sus intereses electorales y beneficiar a formaciones más radicales, adonde migraría el voto de izquierdas. Sin embargo, en la vieja guardia socialista se opina precisamente lo contrario: un Gobierno de concentración respondería legítimamente al intento de los pequeños grupos, algunos antisistema dentro del sistema, de conformar una gran coalición para acabar con el pacto constitucional que trajo la democracia a España. Sin olvidar que esa fórmula alemana sería la solución a una situación de emergencia ocasionada por la fragmentación del voto y la imposibilidad de que alguno de los dos grandes partidos, los únicos que garantizan la estabilidad y la defensa de la Constitución, pudieran por separado formar un Ejecutivo solvente. Además, frente a la negativa socialista, muchos historiadores recuerdan que en especial esa falta de entendimiento entre los dos primeros vectores políticos en España llevó a graves tragedias de nuestra historia, que podrían haberse evitado.
En plena campaña
La alergia socialista a la gran coalición es general pero máxime cuando esta propuesta reverdece en plena campaña electoral, con una proyección de voto que les aleja del PP, según el CIS, en 2,7 puntos. Por ello, la dirección federal ha salido en tromba para contestar a González. Encabezó la manifestación de protesta el propio Rubalcaba. Por la mañana aprovechó una entrevista radiofónica para sentenciar: «Mientras yo sea secretario general del PSOE no habrá Gobierno de concentración, porque no sería bueno para España ni para el PSOE y porque se dejaría sin alternativa a una parte sustantiva de la población». El líder de la oposición zanjó su negativa recordando que, en contra de países como Alemania, «en España no ha habido nunca esa tradición y no ha habido coalición ni siquiera después del 23-F».
A ese desmentido se unió el de la candidata europea, principal damnificada de esta nueva grieta abierta en su partido doce días antes de los comicios, que dijo de forma rotunda que «no hay ninguna posibilidad de coalición». Contestaba así a su adversario popular, Miguel Arias, que horas antes aseguraba que «no lo descarto, si el interés general lo exige en el futuro». También el diputado Eduardo Madina, vía Twitter, descartó la apuesta de González: «No hay opción», dijo en las redes sociales.
Tras el enfrentamiento en las filas socialistas, queda saber si el núcleo duro de Rubalcaba mantendrá la agenda electoral que incluía la participación del exjefe de Gabinete en, al menos, cuatro actos en apoyo a su lista al Parlamento europeo. El más importante, el día 21 en Barcelona, donde está previsto que comparta cartel con la propia Valenciano, el candidato común de todos los partidos socialdemócratas de la UE, el alemán Martin Schulz, y con el primer ministro francés, Manuel Valls. Precisamente el número 2 de la lista europea de Génova, Esteban González Pons, recordaba cómo Ferraz forma parte de una alianza socialista en Europa que presenta como aspirante a Schulz, socio de la democristiana Angela Merkel. La gran coalición que defiende Felipe González. Pero para España.