Gracias a las preces

Hemos sido devueltos a una realidad, la que ha marcado ETA con casi un millar de muertos, que nada tiene que ver con ilusiones y buenos deseos. Están entre nosotros, preparan los explosivos para cuando puedan crear mayor daño y pavor. No ha sido gracias a las preces: es que los guardias siguen siendo guardias hasta en momentos de negociación. Muchas gracias.

 

Cuando Semáforo me preguntó dónde estaba el coche, en qué plaza del enorme aparcamiento lo habíamos dejado el día anterior, y le contesté con rapidez que en la treinta y siete, me di cuenta que en su cara se reflejaba casi un rictus de admiración hacia mi persona, deteriorada hasta ese momento por la fama que me precede de despistado, si no acompañada, además, ya, por ese inefable y despreciable caballero alemán llamado herr Alzheimer. Lo que no sabía Semáforo es que yo, cual sor Maria Simón Pedro, que había invocado en sus preces al difunto Santo Padre Juan Pablo II para que le curase el Parkinson, que debe ser primo de mi conocido herr Alzheimer, me había pasado toda la noche orando al cielo y recordando el número de la plaza porque sabía que me lo iba a preguntar con el avieso fin de humillarme. Pero gracias a las preces, y al insomnio, a veces nos curamos de nuestros males y le dejamos a cualquiera con tres palmos de narices.

Gracias, seguro que a las preces, y a la Guardia Civil, sobre todo a esta última, alguno de nosotros la podrá seguir contando, porque tantos kilos de explosivo como tenían los de ETA, algunos de los cuales estaban ya preparados como bombas lapas, no eran precisamente para organizar una mascletá. Parece ser, como en las veces anteriores, que cuando se habla de negociación los de ETA lo entienden como reorganización. Ciento setenta kilos aparecieron en Berriozar en un local bajo el letrero antibelicista de OTAN EZ, y gracias a esos guardias con esos gorritos tan chics azules, con visera y verduguillos incluidos, con una tira con los colores rojos y amarillo -ahora los colores que se llevan mucho los fines de semana- en una imagen de guardia en un si es no semiuniformados, le detienen a un liberado de ETA y empiezan a salir explosivos como por un tubo.

Tras observar tal diseño en los gorros de los civiles pensé que debiera el benemérito cuerpo tener tiendas de merchandising como los tienen los clubs de fútbol. Sería importante para subirles el sueldo, crearía puestos de trabajo, y los tricornios podrían adquirirse de una forma legal y no mediante enchufe con algún guardia. Sería todo un negocio a tener en cuenta, además en un momento oportuno para sus ventas si tenemos en cuenta cómo andan el Athletic y la Real. Todo sea antes que los niños del lugar lleven una camiseta del Barça o del Real Madrid. Es preferible comprar un tricornio. Entre otras razones porque gracias a esos guardias más de uno sigue vivo. Figúrense ustedes al lado del emblemático rótulo «Todo por la Patria» otro más modesto: «tienda en la parte posterior».

Porque entrábamos en fechas para algún atentado. La semana se inicia con Ben Hur en la tele, la película cuya novela escribiera el gobernador americano Lewis Wallace, el mismo que intentara indultar a míticos forajidos, entre ellos a Billy el Niño, luego vendrán La Túnica Sagrada, Los Diez Mandamientos, etc., indicándonos que estamos en Semana Santa, y que tras ella viene el Aberri Eguna, fiesta nacionalista donde las haya, inspirada nada menos que en la fecha que los del IRA tomaron para celebrar su día patrio, es decir su día patrio irlandés, pero en la que nuestros nacionalistas celebran el nuestro, lo cual da lugar y motiva -como ocurre desde hace tiempo-, a más de un atentado. Menos mal que los guardias del verduguillo con diseño parece que les han trastornado sus aviesas intenciones.

Podemos tomarnos a broma lo que ha pasado, pero no tiene ninguna. Hemos sido devueltos a una realidad, la que ha marcado ETA con casi un millar de muertos, que nada tiene que ver con ilusiones y buenos deseos. Están aquí, están entre nosotros, guardan los explosivos por sitios que frecuentamos, y los preparan para el momento y el lugar que puedan hacer mayor daño y creen mayor pavor. No ha sido gracias a las preces, es porque los guardias siguen siendo guardias hasta en momentos de negociación, como lo debiera ser el resto del Estado, es decir, Estado.

Cuando la semana que viene me encuentre con Semáforo, o con cualquier otro amigo, haremos unas cuantas guasas, nos tomaremos el pelo de una forma exagerada, casi estúpida o histérica, intentando superar todo lo que nos rodea. Estaremos contentos porque la seguimos contando. Muchas gracias.

Eduardo Uriarte Romero, EL PAÍS, 4/4/2007