Juan Carlos Rodríguez Ibarra-Vozpópuli

  • No crean que todo lo que hace la alcaldesa de Barcelona con la imagen del Rey lo hace por perversidad

Muchas han sido las críticas que ha recibido la alcaldesa de Barcelona por  no haber tenido más remedio que aceptar el mandamiento del Tribunal Supremo en lo referente al retrato del Rey y jefe del Estado del que forma parte la ciudad de la que ella es máxima representante. Colau, creyendo que todo el monte es orégano, ordenó retirar dicho retrato al estilo de lo que hacía Stalin con todos aquellos que le superaban en crédito, prestigio y competencia. El criminal soviético creía que muerto el perro se acababa la rabia. Y eso debía pensar la alcaldesa: “Quito la fotografía del Rey y declaro a Barcelona republicana”. Le salió el tilo por la culata, y debe ser tal el gusto que le ha cogido al banco y a los rendimientos que proporciona el mismo que, en lugar de mantener su iconoclasia, la ha cambiado por un minimalismo acorde con la moda que llevó a la Ciudad Condal el artista Mies van der Rohe en 1929.

En esa moda, ya descuidada en España, Colau ha ordenado colgar en el salón de plenos una fotografía del jefe del Estado en tamaño folio A4. La alcaldesa, que no debe pasear mucho por los barrios más humildes de Barcelona, no ha debido caer en la cuenta de que en un paseo plantado de farolas, si una de ellas tiene una bombilla apagada, esa es la única que ve el personal. Hay noventa y nueve farolas encendidas y los ciudadanos solo ven la que está apagada. Y eso es lo que ha conseguido la regidora. Ha minimizado tanto el retrato del Rey que mucha gente ahora se fija mucho más en ese retrato que cuando tenía una dimensión superior.

Juega a favor de la alcaldesa el hecho de que si la foto del jefe del Estado es de tamaño folio, seguro que cuando ella abandone o le hagan abandonar su responsabilidad, no permitirá que su retrato cuelgue de la galería de ilustres con una dimensión que sobrepase la de un sello de correos de 0,50 euros.

Barcelona ha sido una ciudad que ha estado en peligro de sufrir un tsunami peor que los que lleva soportados Haití. Empezó el temporal con los llantos de Messi

Que la fotografía del jefe del Estado esté colgada en un sitio tal alto como se puede ver en las reproducciones que la pícara alcaldesa ha mandado publicar para que se vea lo bien que luce ella y lo poco que se le ve al Rey, tiene también un explicación. No crean que todo lo que hace Colau con la imagen del Rey lo hace por perversidad. No. Si recuerdan, en la semana pasada, Barcelona ha sido una ciudad que ha estado en peligro de sufrir un tsunami peor que los que lleva soportados Haití. Empezó el temporal con los llantos de Messi. No se quería ir y por eso lloraba. La sala de prensa del Camp Nou se llenó de tanta lágrima que los sumideros y desagües no daban abasto para detener lo que prometía ser un temporal de lluvia y moco que no había cuerpo de bomberos capaz de detener. Y a eso, unámosles los llantos de la alcaldesa en las ferias y fiestas del barrio de Gracia cuando los vecinos allí sentados  comenzaron a protestar porque el agua de las lágrimas derramadas por su amadísima alcaldesa les llegaban a las cinturas a pesar de que muchos de ellos, para no ahogarse, se habían subido a las sillas en las que, sentados, escucharían el pregón del ladrón perdonado por el indulto gubernamental.

Conocedora de esas circunstancias, Colau decidió que el cuadro del Rey se colgara más cerca del techo que del suelo para evitar que el folio A4 pudiera quedar anegado por los llantos del argentino y de la seguidora del minimalismo de entreguerras. Gracias Colau por tu previsión.