Ignacio Marco-Gardoqui-EL Correo

En el capítulo económico, los discursos que oímos ayer tanto a Pedro Sánchez como a Pablo Iglesias no sirven para desvelar las grandes incógnitas encerradas en el pacto que firmaron ambos hace días. Conocemos bien las promesas de gasto. La educación y la sanidad ganarán peso, nada menos que un 1% en el PIB cada uno; las pensiones se actualizarán con el IPC y se revierten las medidas destinadas a garantizar, aunque sea en parte, su sostenibilidad, lo cual supondrá un aumento importante del déficit del sistema que será creciente con el paso del tiempo; y luego habrá dinero para todos, para el campo, la España olvidada, la pesca, las universidades, la renta mínima, la vivienda, los cuerpos de seguridad y un larguísimo etcétera, que expele un intenso aroma podemita.

Para resaltarlo se coloca lo colectivo por encima de lo particular y lo público por encima de lo privado. Pareciera como si el programa lo hubiera escrito el ministrable Alberto Garzón, un comunista confeso y enemigo acérrimo del sistema liberal. Es decir, exactamente lo contrario de lo que sucede hoy en todo el mundo desarrollado. ¿Se puede hacer un programa económico basado en esas ideas? Sí se puede, se hizo ayer. ¿Queremos parecernos a Venezuela y a Cuba o preferimos imitar a Alemania y a Holanda? Pues parece ser que queremos parecernos a los segundos en Estado del Bienestar, copiando lo que hacen los primeros en comportamientos públicos. También hubo promesas de reforma laboral, destinada a potenciar los derechos de los sindicatos y a cercenar los de quienes deben crear los empleos que necesitamos, justo cuando las estadísticas demuestran que el mercado laboral pierde fuelle a raudales. Pedro Sánchez dijo que las cifras del empleo eran robustas. Sin despeinarse, oiga.

Pero oímos muy poco acerca de los ingresos que serán necesarios para cubrir tanto gasto. Apenas una subida del IRPF para las rentas altas y otra para las grandes empresas. Hablamos de cantidades de ingresos comparativamente ínfimas para cubrir tamaños gastos. No llega ni aunque nacionalicen esas rentas y esos beneficios. Hagan números y lo comprobarán fácilmente.

En el capítulo político pudimos observar grandes hazañas. Pedro Sánchez aseguró que todo se va a desarrollar dentro de la Constitución. ¿Quiere eso decir que ERC se ha convertido en un partido autonomista que solo aspira a mejorar el Estatut? Y se comprometió a sacar la política de los juzgados. Perfecto, eso es muy sencillo, basta con que la política y los políticos cumplan la ley. Así de sencillo. ¿Y qué va a hacer con los políticos que ya han delinquido? ¿Qué va a hacer con el president Torra, que desacata a los tribunales españoles los días pares y recurre ante ellos los impares? No lo dijo y, casi, es mejor no pensarlo.