Grietas en la Izquierda abertzale

TONIA ETXARRI, EL CORREO 27/05/2013

Tonia Etxarri
Tonia Etxarri

· El Gobierno de Rajoy cree que la percepción de que ETA no va a conseguir nada empieza a calar en Sortu

La presión sobre el mundo de ETA dará hoy una vuelta de tuerca cuando el ‘foro social’, pilotado por Lokarri, presente sus recomendaciones a los ejecutivos de Rajoy y Hollande, a la propia banda y a sus presos. Esa es la percepción que tiene el Gobierno español, que se mantiene a la expectativa mientras observa que las contradicciones que están aflorando en el mundo de la izquierda abertzale reafirman su actitud de no mover un dedo mientras la organización terrorista no anuncie su disolución. Que los observadores internacionales más próximos al mundo de la izquierda abertzale emplacen al Gabinete de Rajoy a flexibilizar su política penitenciaria no es novedad. Pero que, a raíz de la presentación de las conclusiones que se darán a conocer hoy, hayan surgido voces exigiendo a ETA dar un paso hacia la entrega de las armas y a los presos a que empiecen a aceptar su proceso de forma individual, indica que la percepción de que la banda no va a conseguir nada si no entrega las armas y se disuelve, empieza a calar, aunque cueste reconocerlo.

Desde que los terroristas anunciaron el cese definitivo de la violencia, de forma unilateral, se han quedado esperando el «santo advenimiento», convencidos de que el Gobierno del PP heredaría el estilo negociador del anterior Ejecutivo socialista de Rodríguez Zapatero. Resistiéndose a desaparecer y provocando que sean cada vez más numerosas las voces que les recuerdan que, si su decisión fue «unilateral», no tienen que esperar ninguna contraprestación como premio por haber dejado de matar. Por lo tanto, si la izquierda abertzale va a dar un pequeño paso con el reconocimiento del daño causado por el terrorismo, a un sector le parece a todas luces insuficiente.

De ahí que el portavoz de Aralar, Patxi Zabaleta, haya preferido desmarcarse de Sortu no sólo para pedirle a ETA que entregue las armas sino para que sea la propia izquierda abertzale quien se lo exija. Es una toma de posición previa a la publicidad del documento del ‘foro social’, coordinado por Lokarri y consultado también con el PNV que se dará a conocer hoy, que refleja la tensión interna en el seno de la izquierda abertzale, que califica este momento de «bloqueo» en la normalización de la convivencia en el País Vasco.

Con la perspectiva que da el paso del tiempo, Aintzane Ezenarro, expulsada de Aralar tras haber impulsado la ponencia de paz en el Parlamento vasco en la pasada legislatura, habrá comprobado que su antigua formación se ha vuelto a situar. Esta vez más lejos del núcleo duro de la izquierda abertzale, manteniendo la línea crítica y dándole, en el fondo, la razón a ella.

También el Gobierno de Rajoy se muestra persuadido de que las contradicciones ajenas le están dando la razón para poder demostrar que aquí no ha habido negociación con ETA ni tiene por qué haberla. Lo ha dicho algunas veces, pero los hechos llenaban la imagen de su credibilidad de negros nubarrones que impedían ver el cuadro completo. Las excarcelaciones de Bolinaga y el permiso de Lasarte empañaron la convicción de quienes sostenían que el Ejecutivo y ETA no estaban negociando. Los últimos dos casos decididos por el juez Grande Marlaska dejaron sin efecto la aplicación de la ‘doctrina Parot’ y, aunque la Fiscalía de la Audiencia Nacional mostró su disconformidad y anuncio su recurso ante el Tribunal Supremo, las víctimas del terrorismo vieron, en esos movimientos, la larga sombra de una negociación oculta.

La gestión del fin del terrorismo está recorriendo un largo camino de luces y sombras. La expulsión de ‘Ternera’ y sus dos socios de su plácida estancia en territorio noruego mientras esperaban una cita a ciegas con un emisario del Gobierno que nunca llegó, permitió al equipo del ministro del Interior hacer gala de una actitud inamovible ante la presión del entorno de ETA. Sólo esperan su disolución, y lo repiten cada vez que se les presenta la ocasión. El Ejecutivo de Rajoy no se siente concernido con compromisos que él, personalmente, no adoptó. El Gobierno se ha sentado en primera fila para ver los movimientos del entorno de la banda. Dice que no piensa mover ninguna pieza hasta que no se disuelvan. Los refugiados y huidos de ETA también reclaman su parte porque intuyen que se podría cerrar el capítulo más abominable de la historia que nos ha tocado padecer, y de la que fueron responsables, y no quieren quedar descolgados.

Pero tendrán que dirigirse a la ventanilla adecuada, que no es la del Gobierno sino la de su propia organización. A los socialistas vascos, que no han participado en los debates del ‘foro social’ les parece una broma que, a estas alturas, los presos de la banda todavía estén hablando de la posibilidad de reconocer el daño de forma colectiva. «Eso se hace de uno en uno», reclaman mientras recuerdan que el mundo de la izquierda abertzale presenta, todavía, muchos «tics» antidemocráticos.

Hoy el ‘foro social’ querrá volver a recordar la puesta en escena de Aiete donde reunió a figuras internacionales para facilitar el anuncio de ETA del cese definitivo del terrorismo. Pero ha transcurrido ya más de año y medio. Y el hartazgo social frente a un mundo que, después de haber intentado someter a los ciudadanos, se resiste a desaparecer, les va a obligar a echar el cierre de forma definitiva. Y sin contrapartidas.

TONIA ETXARRI, EL CORREO 27/05/2013