Nada. Que no hay modo de que tengamos un solo día con buenas noticias entre tantas malas nuevas económicas.
Sí. Europa ha dado al fin su plácet a la excepción ibérica que permitirá a Madrid y Lisboa topar el precio del gas para rebajar el recibo de la luz entre un 15% y un 20%. Sin duda un gran éxito político del presidente Sánchez que tuvo que bregar en Bruselas contra gran parte de nuestros vecinos y en casa contra los voceros de las derechas y las eléctricas.
Pero nuestro gozo en un pozo. Casi al mismo tiempo la consejera vasca de Sanidad nos advertía de la que se nos avecina en nuestra antaño ejemplar Osakidetza. Vamos a ver ambulatorios cerrados en verano. Vamos a tener que desplazarnos más lejos para ser atendidos. E incluso personal de Enfermería asumirá funciones de médicos. Vamos, lo que se llaman recortes, los haga Urkullu o Ayuso.
Sucede que faltan médicos de familia y pediatras. Sagardui dice que no los encuentra pese a que se les ofrecen 3.000 euros mensuales por trabajar de las 8 a las 15 horas. Que muchos titulados prefieren tomarse un año sabático o irse al extranjero. ¿Qué pasa? ¿Qué tenemos mucho pijo mal criado? Como diría Xabier Arzalluz, hay que tener tupé.
Hace tiempo que se sabe que 500 médicos de familia se van a jubilar en cinco años. Desde hace bastantes veranos Osakidetza no cubre muchas vacantes por vacaciones, lo que multiplica el trabajo de los que se quedan. ¿Qué han hecho los sucesivos ‘sailburus’? La oposición lo tiene claro: al Gobierno Urkullu, al PNV, les ha faltado planificación. La ‘reorganización’ y el ‘cambio de cultura’ de los que habla Sagardui avanzan el progresivo desmantelamiento y/o privatización de parte de nuestra sanidad pública. Tiene su cosa que el PNV, partido que presume de ser el mejor gestor, nos venga ahora con estas graves grietas en el nuestro supuesto oasis.
Claro que llueve sobre mojado. Los responsables de este fracaso son los mismos que fueron incapaces de garantizar una macroferta pública de empleo limpia en la Sanidad vasca. Pese a ello, el lehendakari se resistió a entregar la cabeza política del entonces consejero de Sanidad, Jon Darpón, quien al poco de ser cesado ‘encontraba’ un excelente puesto en el sector privado extraordinariamente remunerado.
En la mayoría gubernamental vasca sobra suficiencia y falta humildad en no pocas ocasiones. Vean si no lo sucedido con el fraude de un millón de euros detectado en la RGI. Claro que es algo minoritario, pero como ha dicho la consejera socialista Idoia Mendia, pretender que los funcionarios de Lanbide no están para impedir fraudes, como añadió, es para echarse a llorar.
¿El enfrentamiento entre cachorros y excachorros de la izquierda abertzale? La enésima prueba de que se acabó con ETA como se pudo. A la banda terrorista no la derrotó la sociedad vasca, como pretende la propaganda jeltzale, sino la Policía y la colaboración internacional. Y aunque algunos normalicen a EH Bildu para que salve votaciones a Sánchez, aunque no haya hecho sus deberes éticos, y se esfuercen en llamar victimarios a los asesinos, así no construiremos un futuro como merecen las nuevas generaciones.