Ignacio Camacho-ABC
- Tratar el Covid como una gripees volver a lo que el Gobierno hizoal principio con el resultado por todos conocido
Este Gobierno tan aficionado a la neolengua ha puesto en circulación otro palabro, el de ‘gripalizar’ el Covid. Al menos éste se entiende: se trata de abordarlo como una gripe. Es decir, exactamente lo que hizo al principio de la pandemia con el trágico resultado de todos conocido. En realidad, lo que pretende es minimizar un problema con el que nunca ha sabido qué hacer -salvo esconderlo o desdeñarlo de todas las formas posibles y alguna otra que todavía se le ocurrirá- y decretar por enésima vez su final por el procedimiento de meterlo bajo la alfombra. Y el primer paso de esta nueva-vieja estrategia va a ser, según el presidente, cambiar el sistema de cómputo de casos y dejar
de fijarse en la tasa de incidencia para centrarse sólo en los ingresos hospitalarios. Esto se lo deben de haber aconsejado los expertos que le asesoran, ese comité inexistente donde todos sus miembros se llaman Nadie, como Ulises. Porque los científicos de verdad se echan las manos a la cabeza tratando de explicar que la estadística de propagación es el principal instrumento para seguir y controlar el curso de una epidemia. Qué sabrán ellos. A partir de ahora no habrá en este país más enfermos que los contabilizados por el mismo método con el que se rebajó en varias decenas de miles la cifra de muertos.
El único inconveniente de la ‘gripalización’ consiste en que necesita la conformidad del virus y éste, por el momento, no se deja. No da su consenso, como si fuera de derechas. Va a haber que ‘gripalizarlo’ a martillazos para que aprenda, aunque la OMS calcule que en dos meses se va a infectar, toquen madera, la mitad de la población europea. Hay un dato muy molesto para Sánchez, y es que España lidera el ranking de transmisión en la UE, lo que sugiere que más allá de las vacunas -en las que también somos líderes, por fortuna- faltan medidas de contención complementarias. Así que se modifica el modelo de registro, se omite o se desagrega la incidencia y cuestión solucionada. De los casos que necesiten atención sanitaria se ocupan las autonomías gracias a otro gran invento, la ‘descojogobernanza’, y el Ejecutivo central se puede dedicar a legislar sobre las mascotas, subir los impuestos y fastidiar a las macrogranjas. El que tenga síntomas que se compre un test en la farmacia y si le da positivo -ojo con no meterse bien el ‘palito’- que pida la baja. Ómicron mata poco y el resto de sus consecuencias, desde el colapso laboral a la reinfección persistente, carecen de importancia a efectos de lo único que interesa al sanchismo, que es la propaganda.
Mira que era sencillo: un marco mental distinto -la gripe- para acabar con el pesimismo; quién se va a preocupar de algo tan vulgar y con tan poco peligro. Y es que hasta las crisis de salud hay que manejarlas con instinto político. Al lado del padre del ‘no es no’, los negacionistas son unos pardillos.