PABLO MARTÍNEZ ZARRACINA-EL CORREO
- Andoni Ortuzar anuncia en el Alderdi Eguna un plan ambicioso de «escucha activa»
Atención: escucha activa. Andoni Ortuzar avisó ayer en el Alderdi Eguna de que van a hacérsela al país. «Nos vamos a embarcar en un ambicioso plan de escucha activa a nuestra sociedad. Escucha activa: quedaos con esa expresión». Pues me la quedo. Y certifico su buen momento. Pedro Sánchez habló de escucha activa tras un Consejo Europeo famoso. Con Pablo Iglesias ya en la tele, Podemos reivindica la escucha activa, otra de esas cosas que se llevaron de las plazas a los círculos y al rato no se sabía dónde estaban. En Ciudadanos apostaba por la escucha activa nada menos que Fran Hervías. Organizó campañas de la cosa en Cataluña y otra agresiva, telefoneando al votante, en la campaña de las segundas generales de 2019.
¿Pero qué es la escucha activa? Una tautología. El idioma ya distingue entre oír y escuchar. Fue la psicología la que forjó el término para referirse a una forma de conversar con mucha empatía. Luego la comunicación política se hizo con la fórmula porque sonaba bien y la vació de significado. Es curioso: al primero al que le oí lo de la escucha activa fue a Philippe Breton. Y se refería a un método de defensa ante la manipulación. También la política. Que quien te quiere colar mercancía averiada note que le atiendes con la concentración cinegética de un severo examinador.
Nuestros políticos la escucha activa la realizan sobre todo en campaña electoral y en la negociación de presupuestos. En términos de política auditiva, la escucha activa sería por tanto lo que viene antes de los oídos sordos. Es probable que el PNV, que otra cosa no pero al país lo conoce al dedillo, precalentase ayer para la próxima campaña. Y que resuciten de algún modo aquellos ‘world café’ tan de moda hace diez años. Por innovar un poco, a mí me gustaría que Andoni Ortuzar se pusiese un fular y fumando mucho se sentase frente a cada vasco para mirarle fijamente, uno, dos minutos, antes de decírselo suave, dulce, muy despacio: «Te… escucho». Es que no se puede ser ambicioso y empezar con un cliché. Escucha activa. Siempre dispuesto a ayudar por el lado terminológico, dejo aquí alguna humilde proposición por si pudiera servir: escucha desenfrenada, escucha aplastante, escucha extrema, escucha mortal, hiperescucha, el megaescuchón.
Alemania
Votar mal
Llegada la jornada electoral, los candidatos van a votar y animan a los ciudadanos a hacer lo mismo con un argumento de peso: ¡cada voto cuenta! Ayer Armin Laschet, candidato de la CDU a la cancillería alemana, cumplió con el protocolo pero llevándolo a un lugar nuevo y genial, poco germánico. Laschet aseguró ante la prensa que cada voto cuenta después de depositar un voto que parecía inválido. Se veía en las fotos: había doblado mal la papeleta, dejando a la vista la opción que había marcado. Su voto, por tanto, no era secreto. El presidente de la comisión electoral informó después de que el voto era válido, aunque el presidente de la mesa no debería haberlo admitido. Las fotos demostraban al menos que Laschet se votó a sí mismo. La genialidad total habría sido por supuesto votar a otro candidato. Y explicar después que no fue por los nervios, sino por amor a tu país, por pura responsabilidad, porque te conoces a ti mismo.
La Palma
Los relojes
Ayer la erupción del volcán en Cumbre Vieja cumplió una semana. Las cifras resumen lo ocurrido: seis mil personas evacuadas y cuatrocientas edificaciones destruidas. La buena noticia es que no hay una sola vida humana en ese saldo de destrucción. El resto es todo bastante malo y comienza a advertirse una impaciencia creciente, como si fuese incomprensible que el volcán no respondiese de algún modo a nuestra preocupación. Ese mirar el reloj sin reparar en la clase de nada que han de ser siete días en el reloj geológico de un volcán.