EL CORREO 11/03/14
FLORENCIO DOMÍNGUEZ
· Se olvida que los procesos abiertos por González, Aznar y Zapatero fracasaron y no aceleraron el fin de ETA
Hace un mes exactamente, el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, dejó abierta la puerta a la posibilidad de que el Ejecutivo de Vitoria mantuviera contactos directos con ETA. Desde entonces otras voces del nacionalismo han abundado en la misma idea.
La justificación que se invoca es que, dado que los Gobiernos de España y Francia se han negado a reunirse con la organización terrorista, es preciso que alguien haga de interlocutor de ETA para facilitar su desarme. El Ejecutivo de Vitoria buscaría con esos contactos directos acelerar el final definitivo del grupo, según se explica.
En las argumentaciones que se utilizan para justificar esos eventuales contactos con ETA se ve reflejado el eco de aquellas otras razones que se emplearon en 1998 para explicar los movimientos que en aquella ocasión realizó el PNV. El líder de este partido, Xabier Arzalluz, decía entonces que era necesario facilitar una pista de aterrizaje a ETA para que abandonara la violencia, pero la experiencia demostró que la pista de aterrizaje sólo sir vió a la banda para repostar y continuar el vuelo.
Ahora, tras la decisión de renunciar al terrorismo tomada por la cúpula de la banda en octubre de 2011 y ratificada por el grueso de la militancia dos años más tarde, es poco probable el retorno a la violencia de ETA como ocurrió en 1999. No hay que descartar, sin embargo, que la banda utilice esos contactos para hacer una explotación propagandística de los mismos y prolongar su existencia en vez de acelerar su final gracias a los beneficios políticos que obtendría de su reconocimiento público como interlocutor. Los contactos correrían el riesgo de volverse contraproducentes.
En defensa de la posibilidad de celebrar contactos entre el Gobierno vasco y ETA se alega también que los ejecutivos de Felipe González, Aznar y Zapatero mantuvieron sus conversaciones directas con los representantes del grupo terrorista. En este caso se tiene en cuenta la forma, que hubo encuentros con la banda, pero no el fondo, que no es otro que los resultados obtenidos. Se olvida que todos aquellos procesos fracasaron y no contribuyeron a atajar el terrorismo ni a acelerar el fin de ETA.
La buena voluntad de quienes quieren ayudar a ETA a poner fin a su historia no es suficiente para justificar la reunión de los representantes de un gobierno legítimo con los de un grupo que, todavía hoy, se sigue negando a su disolución y está dando largas a su desarme mediante el procedimiento de hablar de un sellado de armas que se puede prolongar durante años.