Resulta comprensible el mimetismo que se produce en el lenguaje político y en la forma de hablar de los políticos. Son muchas las horas, los días y las semanas que pasan juntos, ya sea en los Plenos o Comisiones del Congreso o del Senado, ya sea en los escaños de Ayuntamientos, Cabildos o Diputaciones. Esa cercanía, que se ve acompañada de discursos, provoca que el lenguaje de unos acabe siendo imitado en algunas formas y expresiones por otros. Recuerdo que fortuna que adquirió la famosa “alícuota parte” de Felipe González. Rara era la vez que en sus discursos no aparecía lo de la “alícuota parte” hasta el punto en que poco a poco, uno tras otros, los diputados de su partido y, posteriormente, los diputados de otros diferentes al suyo comenzaron a utilizar la “alícuota parte” sin saber que “alícuota” significa parte. “Señorías, no pretendan ustedes quedarse con la alícuota parte que nos corresponde a nosotros”. O sea que nadie se quede con la “parte parte”.
No sé quien la usaría por primera vez. En mis tiempos de político activo no se utilizaba nunca eso de “si me lo permite” como expresión que trata de parecer educado y de conceder una gran autoridad al auditorio o al periodista que realiza la entrevista. Es una frase hecha que cada vez se utiliza más. Para que pareciera sincera, quien la pronuncia en medio de una respuesta, debería esperar unos segundos antes de seguir con su perorata para comprobar que recibe la venia de aquel o aquellos a los que se le ha pedido permiso para decir algo que podría resultar ajeno o comprometedor con la línea del argumento. Pero no, bien porque el orador está seguro de que aunque pida permiso no necesita la respuesta del interlocutor o bien porque se considera por encima del oyente, el caso es nadie espera respuesta cuando dice eso de “si usted me lo permite”. Y si no esperan respuesta, ¿para qué piden la venia?
¿Cómo se puede militar en un partido cuyos intereses pueden colisionar con los que necesita poner en marcha la dirección de ese partido?
Últimamente hay dirigentes de partidos políticos que se empeñan en contraponer los intereses que defiende el partido al que representan con los intereses de la ciudadanía. Cuando más quieren alardear de su patriotismo acuden a esa frase que dice: “Estoy dispuesto a tomar esta medida aunque eso vaya en contra de los intereses de mi partido”. O sea, vamos por partes: Un político decide tomar una decisión que considera acertada para el país y para los ciudadanos, y para enaltecer la medida y hacerle saber a los oyentes lo que pesa en él los intereses de España o de su región adoba el contenido de la propuesta dando a entender que la misma va a chocar con los intereses de su partido. Pero, así y todo, hace lo que tiene que hacer. Supongo que cuando hacen esa afirmación ignoran el daño que le propinan a su partido, que sufrirá cuando sus dirigentes adoptan medidas necesarias para el interés del país. Cualquiera que lo escuche no tendrá más remedio que pensar: ¿Y cuáles serán los interese que propugna ese partido? ¿Cómo se puede militar en un partido cuyos intereses pueden colisionar con los que necesita poner en marcha la dirección de ese partido?
Recientemente escuché a una tertuliana hablar de las discrepancias que se producen entre partidos políticos y pronunció otra frase que va camino de convertirse en modelo para definir la estrategia de los partidos cuando no se sabe o no se entiende su comportamiento: “Los partidos están en modo electoral”. La tertuliana debe saber cómo están esos partidos cuando no se sitúan en posición electoral. Estarán en “modo preelectoral” o, acaso, en “modo postelectoral”. O tal vez, en “modo vacaciones”. ¿Habrá épocas en que estarán en “modo off” o, visto de lo que hablan en ocasiones, estarán en “modo Netflix”? Si se andan por las ramas, ¿”estarán en modo avión”? Lo más seguro es que si oyeran los comentarios de los ciudadanos sobre las sesiones parlamentarias de los miércoles en las que la oposición pregunta al gobierno, entrarían en «modo pánico”.
Si usted lector “me lo permite”, diré que esta columna ha sido escrita en “modo vacaciones”, siendo consciente de que una “alícuota parte” de la misma puede “ir contra los intereses de mi partido”.
Ya ven, hablar por hablar, “como no podía haber sido de otra manera” que es la frase de moda. Nadie que la pronuncia explica de qué otra manera podría haberse conducido el hablante. Porque maneras hay infinitas. Pero lo dejo aquí, porque “estamos trabajando en ello” que es lo que dicen los que no quieren decir nada. Estaría bueno que no estuvieran trabajando quienes están obligados a hacerlo por las responsabilidades políticas adquiridas voluntariamente.