Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

  •  Sin ley de amnistía, de momento nos quedamos sin nuevos Presupuestos y con los actuales prorrogados

Para saber bien dónde estamos primero es necesario recordar de dónde venimos. Y venimos de una situación de cesiones permanentes a los independentistas catalanes que no se justifican ni por su contenido (eso siempre es discutible) ni por el apoyo electoral que obtienen (eso es evidente).

El Gobierno aceptó como si nada cosas tan graves como los indultos, la eliminación del delito de sedición o las modificaciones del delito de malversación. Todo ello después de normalizar un procedimiento absolutamente original e inaceptable que consiste en conceder la potestad de redactar leyes penales a personas investigadas o condenadas por los delitos descritos en esas mismas leyes. Y todo ello con el noble objetivo de ‘normalizar’ la vida política en Cataluña, involucrar en el devenir democrático a los partidos independentistas y sacar de los juzgados la vida política del país.

Nada de esto ha sido suficiente para lograr tales objetivos (a la vista está) y así aterrizamos en las últimas elecciones. Hasta entonces, la amnistía había sido catalogada tanto por los habitantes de la ‘fachosfera’ como por los integrantes de la ‘sanchesfera’ como una cuestión claramente anticonstitucional. No vuelvo a la hemeroteca para no abochornar a nadie.

Los resultados electorales convirtieron en decisivos para la viabilidad de la legislatura a los siete diputados de Junts. Existían muchos obstáculos para admitir como apoyo parlamentario imprescindible del Gobierno progresista de progreso a un partido cuyo líder era considerado por su presidente como el ‘Le Pen catalán’. Pero nada se opone a su voluntad de permanencia y como ya nos tiene dicho que «la realidad es la verdad», trasmutó la realidad de la necesidad de los votos de Junts en la verdad de un acomodo perfecto de la ley a la Constitución. Una actitud que se acompañó con insultos a los jueces y basureo de la Justicia, con una redacción infame de un preámbulo de la ley que convierte en verdad amnistiable la realidad de unos acontecimientos que en su día la Fiscalía y el Gobierno calificaron de terrorismo y ahora se presentan como simples chiquilladas.

Un Gobierno ausente, una Justicia denigrada y un Congreso alborotado es un panorama tan real como insoportable

La faena para el Gobierno es que los jueces no han cedido a la presión y han seguido su rumbo, mientras que pende sobre la futura ley la espada del Damocles europea. Junts votó en contra y se cargó el invento porque no tenía garantía plena de conseguir lo ‘único’ que le interesa, que es la pronta y despejada vuelta de Puigdemont al solar patrio y, ya de paso, sacar al resto de investigados del ‘procés’ de los pasillos de los juzgados.

¿Dónde estamos ahora? Pues en el lío absoluto. Insisto en la evidencia (lo proclaman constantemente) de que a Junts, y es probable que a ERC, la gobernabilidad y el progreso de España no les importa nada, o quizás menos que nada, así que no tienen aliciente alguno para sostener a Sánchez si no obtienen a cambio y previamente la vuelta libre y en loor de multitudes de su mesiánico líder. Y el PSOE no puede garantizar que las enmiendas hasta ahora rechazadas vayan a pasar el control judicial en España y sortear el reproche europeo. ¿Qué pasará entonces? Pues ni idea, pero yo le creo a Junts y de momento nos quedamos sin nuevos Presupuestos y con los actuales prorrogados. ¿Es eso malo? Depende… Por un lado, moderará la alegría del gasto del Gobierno, lo cual no es malo. Por otro, impedirá que saque adelante sus planes, lo que equivale a una ausencia de gobierno. Un Gobierno ausente, una Justicia denigrada y dolida y un Congreso alborotado y perdido en el que los diputados se enteran de lo que han votado por los periódicos es un panorama tan real como insoportable.

¿Y así vamos a estar cuatro años? ¿Habrá suficiente lorazepam para todos?