SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 07/01/13
Para la Pascua Militar de ayer nos habría venido bien una ministra como Chacón, que nos daba de qué hablar sobre si su atuendo se ajustaba a una ocasión solemne como la que correspondía al día de ayer y otros aspectos banales del protocolo. Morenés es un ministro de Defensa que cae bien a los militares e hizo un discurso que se corresponde con las preocupaciones de un Ejército moderno incardinado en la sociedad a la que sirve, aun en tiempo de crisis.
El ministro hizo el discurso que le tocaba, destacando el ánimo firme y sereno de los militares «sin atender a absurdas provocaciones», en evidente referencia a la paranoia que han encarnado en los últimos meses distintos responsables del partido gobernante en Cataluña (y una eurodiputada del PSC). La otra noticia era la simplificación del protocolo, eliminando la revista a las tropas, reduciendo el besamanos al mínimo (10 altos responsables del Ministerio) y la imposición de condecoraciones. No tenía buen aspecto el Monarca, en un momento en que la Corona no pasa por su cota de popularidad más alta.
La izquierda y los nacionalistas han olvidado su compromiso pragmático de la transición, cuando los hechos han confirmado que aquella apuesta fue un acierto, cuando Carrillo se comió el apodo de Juan Carlos, El Breve, que en un alarde de sagacidad impuso al que había de ser titular de la Corona más duradero y el Jefe del Estado que más años ha encabezado una democracia en la historia de España. En su primera entrevista, Don Juan Carlos dijo a su visitante: «Usted debe de tener ganas de verme salir por piernas», a lo que Carrillo respondió: «Si eso pasara, yo procuraría salir antes». Sus herederos políticos no guardan memoria de ello, como los catalanes no recuerdan el pragmatismo de Tarradellas. Ni siquiera Pujol guarda memoria de Pujol, mientras Cataluña va a absorber más de la tercera parte del Fondo de Liquidez Autonómica del Estado para gastárselo en su despegue soberanista.
Anasagasti, otro que tal, ha pasado de emplazar al Rey a intervenir en la política española más allá de su papel constitucional a manifestar una oposición radical a su figura en las ocasiones señaladas. Cuando era el portavoz del PNV en el Congreso y la ETB que gobernaba su partido eludía ofrecer a los ciudadanos vascos el mensaje real de Nochebuena en directo, Anasagasti era el primer testimonio crítico en la apertura del informativo de Navidad.
A falta de conocer su valoración de la Pascua Militar, la víspera había dejado su crítica de la entrevista de Hermida, lamentando, entre otras ausencias, que no se hablara de Urdangarin. No sé si el formato ideal para una entrevista del Rey con motivo de su 75 cumpleaños es El gran debate para que las preguntas se las grite Pilar Rahola, pero llama la atención el escaqueo del PNV en general y de Anasagasti en particular sobre la parte que les toca en el asunto. Los nacionalistas vascos son la familia política de la que proviene el yerno del Rey, la materialización del pacto con la Corona, que tanto añoraban. Alguna disculpa tendrían que dar por ello.
SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 07/01/13