LUIS VENTOSO-EL DEBATE
  • Si tienen alguna amiga en paro próxima a la cincuentena, ya saben, llamen a la Complutense, que allí te regalan cátedras extraordinarias sin título universitario

Amedida que las personas se van acercando a la cincuentena, o avanzando en ella, merman sus opciones laborales. En el mundo empresarial impera un absurdo adanismo. La experiencia, más que un grado, supone una desgracia. Pero que nadie se preocupe, que existen soluciones. Veamos:

Si tiene usted una amiga en el final de la cuarentena que se acaba de quedar sin curro, dígale que no se agobie, que existen soluciones. Una bien sencilla es ponerse en contacto con la Universidad Complutense de Madrid, venerable institución pública que data 1822, donde estarán encantados de regalarle una «cátedra extraordinaria». Los actuales dirigentes de la UCM no exigen siquiera tener un título universitario homologado, basta uno de cualquier chiringuito más o menos ignoto. Para dirigir la cátedra tampoco se precisa de una experiencia laboral o docente importante. Llamas allí y te cuelan. Así de sencillo.
En el mundo académico, el singular fenómeno que acabamos de describir es conocido como «hacer un Bego», en homenaje a la destacada catedrática extraordinaria María Begoña Gómez Fernández, de 49 años y madre de dos hijas, vástaga de Sabiniano, dinámico y exitoso hombre de negocios –con y sin vapor a alta temperatura– y mujer de Pedro, de profesión presidente del Gobierno desde 2018.
A pesar de sus descollantes cualidades intelectuales, por cosas de la vida María Begoña no logró acabar carrera universitaria alguna. Tal vez estaba muy ocupada leyendo a Keynes, Bobbio y Theodor Adorno, a fin de tener temas de conversación con Pedro en los guateques (aunque las malas lenguas de la maligna fachosfera apuntan que a que los intereses del susodicho estaban más bien en el break-dance). Lo que sí acredita Bego es una licenciatura en Márketing por una escuela de FP superior y un máster en Administración de empresas. Pero vaya, si se hubiese presentado en la Complu con un curso CCC de Guitarra, probablemente la habrían nombrado igualmente codirectora de su Cátedra Extraordinaria de Transformación Social Competitiva, cargo que ocupa desde 2020.
Durante unos años, Bego no destacó especialmente en el mundo laboral. Trabajó en algunas oenegés y un poco en una consultoría, en la que se dio de baja en 2018. Pero por una feliz coincidencia, que por supuesto no quiere decir nada, al empezar a pernoctar en la Moncloa resulta que el mercado empezó a reparar en ella de manera extraordinaria. Dos meses después de la llegada de su marido al poder, el IE la ficha y la pone al frente de su recién creado Africa Center, cuyo objetivo era «impulsar la innovación, el liderazgo ejecutivo, el emprendimiento y el desarrollo de proyectos de acción social en el continente africano».
Pero sin que se sepa la razón, la valiosa ejecutiva que prometía convertirse en la nueva Mandela se da de baja y pasa a centrarse en la cátedra extraordinaria de Transformación Social Competitiva, donde recibe el patrocinio del mayor banco de España y de una importante aseguradora, situación que por supuesto no supone incompatibilidad alguna con el hecho de que su marido sea el presidente del Gobierno. Del mismo modo, tampoco hay mayor problema en que la catedrática extraordinaria haya compadreado con el dueño de Globalia, compañía que sería rescatada por el Gobierno de su marido con 700 millones. Y hay que ser muy mala persona para buscarle miga al hecho de que la trama de Koldo también anduviese chapoteando por la salsa de Globalia. Son meras casualidades que no merecen mayor comentario.
En resumen, y resulta ocioso reiterarlo, Pedro Sánchez es el dirigente más honesto que hemos tenido y ha regenerado por completo la vida pública. Su mujer es una brillante erudita, que ostentaría una cátedra honoraria en Cambridge, Harvard o el MIT sin despeinarse de haberle apetecido. Y por supuesto que la mujer del presidente vaya por el mundo de «primera dama», cuando ese cargo no existen en España, y que se dedique a la intermediación y dirija un máster donde enseña a captar fondos públicos… pues es lo más natural del mundo, lo típico en todas las democracias bien regladas.
Pedro, Begoña, de corazón: muchas gracias por la extraordinaria tarea que estáis haciendo mano a mano por todas y todos. Y el dinero público… pues ya lo dejó claro nuestra amiga Carmen Calvo: «No es de nadie».