EL CONFIDENCIAL 01/12/15
JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS
· Todas las encuestas dan al PP ganador y en todas también sitúan su porcentaje de voto por debajo del 30%, lo que supone que en el mejor de los casos, los de Rajoy podrían llegar a 130 escaños
El atril vacío del PP de ayer en el debate de ‘El País’ y la silla que ocupará, por delegación del presidente, Soraya Sáenz de Santamaría, el día 7 en Antena 3, demuestran que hay un cálculo timorato en los asesores de Rajoy y en el propio jefe del Ejecutivo, que creen que él en su condición institucional solo debe confrontarse con el líder de la oposición. El error de esta forma de afrontar los comicios lo demostraría el sorprendente anuncio de que el presidente acudirá a La Sexta el sábado próximo para contestar a preguntas de ciudadanos. Una improvisación para enmendar yerros.
La distorsionada percepción de cómo han cambiado los tiempos, y la incomprensión hacia la capacidad de exigencia de la opinión pública, trastorna a los estrategas populares, que están denotando una grave carencia: no demuestran ambición y parecen resignarse a obtener una victoria que será para ellos satisfactoria si alcanzase el 30% de los votos y entre 130 y 135 escaños.
La falta de renovación en las listas y un programa -conocemos dos tomas y hasta el jueves no estará totalmente publicado- muestran la parsimonia de los populares, que van por detrás de los demás partidos en mensajes y sin ‘hambre de balón’.
A la espera de lo que refleje un barómetro electoral del CIS que nacerá muerto porque se ha elaborado hace demasiado tiempo, los sondeos de este fin de semana y de ayer resultan demoledores para el PP.
‘El Mundo’ le atribuye una estimación del 27,1% y una horquilla en escaños calamitosa: entre 111 y 115. ‘ABC’ le calcula un 28,3% del voto, con 128 diputados; ‘La Razón’, un 29,3% de intención de voto estimado y 130 parlamentarios, en tanto que ‘El País’ publicó el domingo un triple empate entre PP, PSOE y Ciudadanos en torno al 22%-23% en estimación de voto. Según ‘La Vanguardia’, edición de ayer lunes, el PP obtendría en Cataluña solo cinco diputados de los 47 que se ventilan en la comunidad.
Quedarse por debajo de ese guarismo y taladrar el suelo de los 130 parlamentarios sería una catástrofe sólo amortiguada por la que se augura al PSOE
Hay dos coincidencias: todas las encuestas dan al PP ganador de las elecciones del 20-D y en todas también sitúan su porcentaje de voto por debajo del 30%, lo que supone que en el mejor de los casos los de Rajoy podrían llegar a 130 escaños, perdiendo nada menos que 56 sobre los que ha tenido en esta legislatura.
Si este descenso es un desplome histórico, quedarse por debajo de ese guarismo y taladrar el suelo de los 130 parlamentarios sería una catástrofe solo amortiguada por la que se augura al PSOE, que perdería el suelo de los 110 diputados obtenidos por Pérez Rubalcaba en 2011.
Caminamos, en consecuencia, hacia una lastimosa victoria del PP en las elecciones generales que requerirá un pacto con Ciudadanos, el único partido con el que los populares podrían llegar a un acuerdo de investidura.
La actitud es la que falla en el PP. El mismo hecho de aprobar los Presupuestos para 2016 -que serían prorrogables para 2017- prefigura un escenario político en el que los conservadores no confían en sus propias posibilidades lastrados por la autopercepción extendida en su organización de que han hecho bien algunas cosas -determinadas reformas- y mal las políticas, institucionales, sociales y comunicativas.
Para la derecha que representaba el PP -hay que hablar de ello ya en pasado-, la ambición de absorber todo su espectro ideológico resultaba esencial. Nada podía estar a su derecha (y desde 1990 nada ha habido por la diestra) y su electorado debía estar cautivo por falta de alternativa.
Que gane el PP y que pueda ser investido Rajoy (¿o no?) con el apoyo de C’s y un grupo parlamentario de 120-30 diputados augura una legislatura corta
Ese esquema de funcionamiento se ha quebrado con Ciudadanos, que siendo una opción más bien de centro izquierda ha arrebatado parte del discurso ideológico que ni el PP ni el Gobierno han cultivado esta legislatura.
En estas circunstancias -con listas sin caras nuevas en los bastiones más importantes como Madrid, Valencia o Cataluña- es casi imposible que el PP logre superar los 125 escaños y se venderá como un éxito llegar a los 130.
La renuencia de Rajoy -supondrá que tiene más que perder que ganar en los debates- a adoptar una postura deportivamente flexible en las discusiones a cuatro, no transmite sentido institucional como él pretende, sino un esquema de comportamiento rebasado ampliamente por las exigencias de la ciudadanía.
Que gane el PP y que pueda ser investido Rajoy (¿o no?) con el apoyo de Ciudadanos y un grupo parlamentario de 120-30 diputados augura una legislatura corta, con reforma de la Constitución (imprescindible para desbloquear la cuestión catalana) y proceder a un nuevo liderazgo popular que trate de evitar que la organización refundada por Aznar (el expresidente, existe) sea sustituida en la hegemonía en las clases medias y en la centralidad por el partido de Rivera. que si todavía está a distancia de ganar estas elecciones, podría auparte al podio vencedor en unas próximas. Que no serán -estén seguros- dentro de cuatro años, sino de dos.