IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

Solo el número del Gordo de la Lotería despierta más interés en las apuestas que averiguar quién tendrá razón con el dato del PIB del cuarto trimestre. De una manera inusual, José Luis Escrivá, el ministro de Seguridad Social, primero, y Nadia Calviño, la vicepresidenta económica, después, adelantaron un buen dato para el último trimestre del año. «Por lo que ellos sabían» el crecimiento intertrimestral se situará entre el 1,5% y el 2,4%, lo que vendría a demostrar que la recuperación está encaminada y que las restricciones a la movilidad aplicadas en la segunda ola de la pandemia no provocan daños tan severos como las adoptadas en su día para frenar la primera.

Una previsión tan optimista nos sorprendió a todos, al menos a todos los que vemos los informativos atiborrados de quejas, lamentos y manifestaciones del sector de servicios, la restauración, los hoteles, los viajes, etc., incapaces de sortear una prolongación tan extensa de la falta de movilidad que ahuyenta su demanda. Algún malvado aventuró que solo veía una explicación: que José Félix Tezanos había abandonado la dirección del CIS para encabezar el Instituto Nacional de Estadística.

Ayer la incredulidad se convirtió en disputa abierta cuando el Banco de España adelantó su previsión, que cambiaba el signo del logro. Lo que antes era un crecimiento apreciable, se convertía ahora en una caída sustancial. Desde luego yo quiero que acierte el Gobierno, pero apostaría a que lo hará el regulador. Es verdad que la industria ha recuperado una buena parte del vigor perdido con la enfermedad, pero también lo es que aún quedan muchos sectores afectados por el raquitismo de la demanda, como demuestran los números de los ERTE y las dificultades para devolver los créditos solicitados al ICO. Y no solo se trata de los bares.

Esto para el futuro inmediato. Las discrepancias se agrandan para los próximos años, y aunque todas las previsiones son positivas -en comparación, claro, con el pozo que habitamos-, quedan a resultas del efecto que producirán las ayudas europeas, desbloqueadas en el último Consejo Europeo y que empezarán a llegar en 2021. ¿Condicionadas a qué? Esa es otra. Las empresas llevan semanas, como los niños, escribiendo su carta a los Reyes Magos. En ellas habrá muchos materiales de construcción de una nueva economía y abundantes escombros, restos de la vieja. El éxito estará en diferenciarlos con nitidez.