Cristian Campos-El Español 
 

1.A las 21:00 del martes llega a las redacciones la noticia de que un misil israelí ha impactado en un hospital de Gaza a las 18:59 (hora de Israel) provocando una masacre de 500 muertos. La fuente es el Ministerio de Sanidad de Gaza. Es decir, Hamás.

2. Ninguna fuente independiente confirma la noticia. En las imágenes de los primeros minutos resulta imposible ver el edificio bombardeado, el cráter del misil o ningún otro detalle que permita verificar la información de Hamás.

3. Los mismos medios que pedían una foto de las cuarenta cabezas alineadas de los bebés decapitados para creer la noticia de la masacre del kibutz de Kfar Aza se apresuran a dar por buena la información de Hamás sin mayor comprobación. «Israel bombardea». «La mayor matanza desde 2008». «500 muertos en un hospital de Gaza».

4. El periodismo internacional se sube a la noticia. También se sube el Gobierno español por boca de la vicepresidenta Yolanda Díaz y de la ministra Ione Belarra, junto con otros miembros de Sumar y de Podemos. «Asesinos». «Criminales». «Genocidas».

5. El avispero empieza a agitarse en las redes sociales. En varios países musulmanes se convocan concentraciones frente a las embajadas occidentales. «¡Riesgo de escalada del conflicto!». «¡Oriente Medio en llamas!». En algunos casos parece dificil distinguir si los titulares son información objetiva o llamadas a la yihad.

6. Fuentes oficiales del Gobierno israelí piden tiempo para investigar. Informan de que a la hora del impacto no había en marcha ninguna operación de bombardeo. Informan de que la hora del impacto en el hospital coincide con el lanzamiento de una salva de proyectiles contra Israel por parte de los terroristas palestinos.

7. Veteranos periodistas españoles afirman, convertidos en expertos del hierro militar, que Hamás no tiene misiles con la potencia «para matar a 500 personas». Son los mismos veteranos periodistas que llevan años informando sobre Oriente Medio.

8. «Hamás no tiene misiles, sólo tiene cohetes», añaden. Desconocen que la diferencia entre un cohete y un misil no es la carga explosiva, sino el sistema de guiado. Desconocen también la potencia de la explosión. Pero eso no les impide especular sobre la carga necesaria para matar a 500 personas. Son periodistas y artificieros.

9. Aparecen imágenes que parecen confirmar que el hospital se encontraba en la trayectoria de cohetes lanzados por terroristas palestinos, que uno de ellos habría fallado y que los restos habrían caído sobre el hospital provocando un incendio.

10. Algunos medios empiezan a rectificar. «Fuentes palestinas dicen que». «Israel y Hamás se acusan mutuamente». «Un bombardeo en Gaza». Ya nadie da por segura la autoría israelí, pero tampoco se duda del resto de la información de Hamás, convertido de forma sorprendente en fuente de mayor fiabilidad que el Gobierno israelí.

11. El New York Times corrige dos veces su información. De «ataque israelí» pasa a «ataque» a secas y de «ataque» a secas a «explosión».

12. Ningún medio pone en duda el dato principal, los 500 muertos. 24 horas después del impacto, los medios siguen dando por buena la cifra que Hamás dio el martes por la noche, apenas unos minutos después del impacto del proyectil. Nadie se sorprende por la inaudita celeridad de Hamás contando víctimas cuando países desarrollados con muchos más medios tardan horas, si no días, en contar a las suyas.

13. Fuentes del Gobierno israelí niegan oficialmente la masacre y la atribuyen, de acuerdo a fuentes de Inteligencia, a un cohete defectuoso lanzado por la Yihad Islámica, un segundo grupo terrorista palestino afincado en Gaza. Ofrecen imágenes de la cadena catarí Al Jazeera y, a primera hora del miércoles, imágenes detalladas de la zona del impacto y de la trayectoria del cohete palestino que habría impactado en el hospital.

14. El miércoles por la mañana se publican las primeras fotografías de la zona del impacto. La zona afectada es el parking del hospital, no el hospital. Aparecen docena y media de coches incinerados. Sólo tres de ellos muestran daños compatibles con una explosión de potencia muy limitada (a sólo unos metros del punto de impacto pueden verse coches intactos). Los edificios del complejo también están intactos.

15. El escenario parece corroborar la hipótesis de una deflagración provocada por el combustible del cohete y no por el impacto de un misil israelí, que habría arrasado el complejo hospitalario hasta los cimientos.

16. La cifra de 500 muertos empieza a ponerse en duda. Pero no se confirma ninguna cifra alternativa actualizada y la prensa internacional parece perder el interés por averiguar el número concreto de víctimas. Se sigue dando por buena la cifra de 500 de Hamás y la presunta búsqueda de cadáveres «bajo toneladas de escombros».

17. Un vídeo de la agencia TASS muestra claramente el lugar del impacto y los edificios cercanos, que están intactos. Ningún edificio se ha derrumbado. No parece haber labores de rescate en marcha, por lo menos en la zona del parking.

18. Aparece el cráter del presunto misil. No tiene más de un palmo de profundidad. La hipótesis del impacto de un misil queda descartada. También la de esas «toneladas de escombros» bajo las que se estarían buscando supervivientes.

19. Algunos medios publican una foto de lo que parecen ser doctores del hospital rodeados de cadáveres cubiertos por sábanas, entre ellos los de dos niños. A ningún medio le extraña que se dé una rueda de prensa sobre un montón de cadáveres.

20. Alguna fuente palestina habla de «hasta 4.000 ciudadanos refugiados en el hospital». Esta información es aceptada sin mayor comprobación.

21. Israel publica la conversación entre dos terroristas palestinos que confirma que el cohete que cayó en el hospital es de la Jihad Islámica y que la salva de cohetes fue lanzada desde un cementerio cercano al hospital. Uno de ellos se lamenta por su mala suerte: «Ya podría haber caído en otro lugar».

22. A primera hora de la mañana del miércoles, las mismas cuentas que el martes por la noche hablaban de «genocidio» permanecen silenciosas. Las 500 víctimas han pasado a ser irrelevantes. Se tuitea a media voz. Nadie se alegra por el hecho de que la cifra real de muertos sea probablemente inferior a la anunciada. Más bien se parece lamentar que Israel no sea el autor de una matanza. No importan las víctimas, sólo el relato.

23. Estados Unidos confirma, tras una investigación independiente, que el proyectil fue lanzado por los propios terroristas palestinos. El secretario de Estado para Relaciones Exteriores de Reino Unido afea a los medios el tratamiento descuidado de la información. «Dar información errónea pone vidas en peligro», dice, en alusión a los ciudadanos judíos que pueden ser víctimas de ataques antisemitas dentro y fuera de Israel.

24. Sin embargo, el efecto en los países islámicos, donde la información está férreamente controlada por sus gobiernos, ha provocado ya una ola de indignación artificial que amenaza con extender el conflicto a otros países de Oriente Medio y con darle a Irán y Hezbollah una excusa para entrar en guerra con Israel.

25. Algunos medios siguen difundiendo a media tarde del miércoles informaciones ya desmentidas por docenas de fuentes, pero que apuntalan el relato de Hamás.

Algunas conclusiones.

A. La procedecencia del proyectil parece hoy clara. Queda la duda del número de víctimas. Nadie ha dado aún una cifra alternativa a los 500 de Hamás. Mucho menos confirmada por una fuente independiente.

B. Los terroristas venden chatarra porque hay periodistas que la compran. Sin demanda no habría oferta. Hamás necesita a los malos periodistas.

C. Demos gracias por la existencia de los profesionales de la bondad, porque son una brújula perfecta que señala siempre en dirección al infierno de los bulos.

D. Como decía un tuitero, «la gente que creyó que Israel había bombardeado un hospital es la misma que dice que el Kremlin no bombardea hospitales». Israel es un bando interesado y puede, por supuesto, mentir en determinadas circunstancias. Hamás es un grupo terrorista islamista y miente por sistema.

E. A media mañana, con la información del «misil de Israel» desmentida, sólo algunos periodistas de inmenso prestigio continuaban insistiendo en él.

F. La prensa internacional ha dado pábulo ya a tres bulos en poco más de una semana de guerra: el que niega la masacre del kibutz de Kfar Aza, el del presunto bombardeo israelí de un convoy de refugiados y el del presunto bombardeo israelí del hospital de Gaza.

G. El hecho de que en los tres bulos el calumniado sea el mismo bando combatiente (Israel) permite intuir un modus operandi y una intencionalidad obvia.

H. La mala prensa sigue siendo, hoy como siempre, la peor enemiga del buen periodismo.

I. Cuentas anónimas de Twitter hicieron un mejor trabajo de geolocalización, comparación de imágenes y recopilación de información que muchos medios de relevancia internacional.

J. A veces, la capacidad para reconocer patrones es un mejor activo periodístico que décadas de oficio empapadas de prejuicios.

K. No hace falta ser un experto en Oriente Medio para detectar una información dudosa como no hacía falta ser un experto en grupúsculos nazis para intuir que el bulo del culo de Malasaña era una invención. Sólo hace falta sentido común.