Del Blobg de Santiago González
La gran coalición de la izquierda y la extrema izquierda, por hablar con la taxonomía de Iglesias ha tenido hasta ahora un solo éxito: el de Yolanda Díaz poniendo de acuerdo a los dos gobiernos, a la patronal y a los sindicatos en subir el salario mínimo hasta los 950 euros. Esa es la razón de que en la rueda de prensa reivindicativa hubiera tanto figurón: un presidente del Gobierno, un vicepresidente, una vicepresidenta, la ministra promotora y los cargos más relevantes de la CEOE y los sindicatos mayoritarios.
Lógico, algo que les sale bien, aunque no conozcamos el coste. Los coligados de uno y otro signo piensan que es una gran conquista para los que ganaban menos, y hasta aquí pueden leer. El presidente extremeño, el socialista Fernández Vara, apuntaba como causa a la subida del SMI el mismo día de la firm con tanta pompa y circunstancia y los campesinos de Don Benito, de idéntica creencia, eran reprimidos por la tropa de Marlaska; los de Jaén, aceituneros altivos, parecen creerlo también. ‘Omnes vulnerant, ultima necat’ decía la leyenda de los relojes de sol. Ignacio Marco Gardoqui lo explicaba ayer en una excelente columna en ‘El Correo’.
El Gobierno de España es inane, pero parece instalado en el poder con firmeza. Decía ayer Narciso Michavila que “mientras existan tres listas a la derecha del PSOE gobernará Sánchez”. Tiene razón. Inés Arrimadas ha señalado las próximas elecciones autonómicas en Cataluña, País Vasco y Galicia para corregir a Rivera y optar por la unidad con el PP. No es un mal principio, aunque el el cálculo no entra VOX, que tampoco parece estar por la tarea. Mi admiradísima Macarena Olona, que hizo un papel extraordinario como abogada del Estado en Vitoria, ha dicho que “bajo ningún concepto” se unirá a esta plataforma. ¿Y si de ello dependiera echar a Sánchez, Macarena?
Arrimadas ha reformulado la estrategia del 221 en esta propuesta triple. Es razonable, un primer paso, pero insuficiente e ineficaz. Ciudadanos no sacará escaño en Euskadi, donde el PP va a la baja. Tampoco en Galicia donde Feijoó apunta hacia la mayoría absoluta. ¿Qué interés podría tener el PP gallego en un pacto con los naranjas? Otra cosa es Cataluña, aunque la coalición se quedaría en la mitad de los 40 escaños que obtuvieron en 2017. Ciudadanos estaría lejos de los 36 de entonces y el PP mejoraría algo los cuatro que tiene en el Parlament. ¿Con qué criterio pactarían, con la representación que tienen o con la que les auguran las encuestas?
Se hace difícil pensar hoy por hoy que el sanchismo vaya a caer por el empuje de una oposición como la realmente existente. Solo queda confiar en su propia capacidad implosiva, en que sigan amontonándose las explicaciones de Abalos sobre lo suyo con Delcy hasta hacerse insostenibles, por la vía de la prevaricación, aunque tampoco se pueda confiar en esto. Si gobiernan gracias a pactos con delincuentes, ¿por qué no van a poder incorporarlos al Gobierno? Sánchez seguirá metiendo la pata y negándose a comentarlo, como el plagio de la tesis, como el fraude de los Eres. Llegado el caso, siempre podrán sustituir las elecciones por una encuesta de Tezanos.