Para el ex presidente del PNV no hay duda: con la tregua rota, le resulta fácil imaginar a ETA «matando en nombre de la defensa de una presunta voluntad popular no atendida». Pasado mañana, el lehendakari volverá a hablarnos de la consulta. Dentro del Parlamento, la división. Fuera, los de Batasuna querrán poner su granito de arena.
Si la práctica totalidad de la ciudadanía hubiese rechazado la violencia de ETA, como dijo ayer la portavoz del Gobierno vasco, Miren Azkarate, la banda terrorista no habría recibido el apoyo tácito y explícito de quienes han burlado tantas veces las normas para utilizar las instituciones democráticas en beneficio propio. Tampoco hubiesen encontrado tanta comprensión en los ambientes nacionalistas tradicionales ni se les habría dado un trato de interlocución como si de un partido democrático se tratase. Ni más ni menos. Les ocurre a veces a nuestros políticos, que al pretender amoldar la realidad a sus ensoñaciones, acaban haciendo brindis al sol o hechos un lío. Y así pasa que, a estas alturas, los comunicados de condena resbalan en el tejado de la banda, y de qué manera, porque mientras no se les vuelva a decir, desde el gobierno de turno, que deben perder toda esperanza de conseguir los trueques políticos que pretenden conseguir como premio por el fin de su macabra actividad, ETA seguirá creyendo que puede cambiar el curso de la historia a base de amenazas y de extensión del miedo entre la población.
Ahora está en la fase de intimidación contra la Ertzaintza atacando sus comisarías, después de que la última manifestación del entorno de Batasuna hubiese acabado disuelta contundentemente por la Policía autónoma vasca. El consejero Balza recibe el recado y aclara, por si alguien quiere seguir quitando importancia a estos ataques, que se trata de un atentado y no de violencia callejera.
En Francia, los doscientos agentes movilizados por la juez Levert empezaron a tirar del ovillo de la kale borroka y han terminado por encontrarse con presuntos activistas de la banda. Con tan espectacular redada, el gobierno de Sarkozy ha querido enviar un mensaje a los que se esconden en terreno galo creyendo que todavía pueden beneficiarse del calor del antiguo ‘santuario’. Pero aquí nuestros políticos siguen dependiendo de ETA.
Y se hacen un lío con la agenda del que no se libra ni el mismo diputado general de Vizcaya, José Luis Bilbao. Reconoce que el acuerdo del gobierno tripartito contemplaba que la celebración de una consulta popular debería realizarse en ausencia de violencia pero se niega a que ETA marque la agenda. ¿En qué quedamos?
Este argumento ya lo ha activado debidamente Ibarretxe y sus socios de gobierno, ayudados por Aralar, y por ahí se empezó a abrir la brecha entre el dimitido Imaz y el empecinado lehendakari. Para el ex presidente del PNV no había duda. Con la tregua rota, le resulta fácil imaginar a ETA «matando en nombre de la defensa de una presunta voluntad popular no atendida». Pasado mañana, el lehendakari volverá a hablarnos de la consulta. Dentro del Parlamento, la división en torno a esta iniciativa. Fuera, los de Batasuna, con su concentración, querrán poner su granito de arena.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 26/9/2007