La familia del huilense pedido en extradición por la Justicia española por convertirse supuestamente en el colombiano clave de los vínculos entre las Farc y la Eta, rompió su silencio con LA NACIÓN. El padre de Víctor Ramón Vargas, cuenta por qué su hijo terminó en la cárcel cinco años y ahora está enredado con las autoridades extranjeras.
Recibe a LA NACIÓN en su casa en Campoalegre, Huila. Se ve inquieto, nervioso, pareciera que tuviera muchas cosas por contar. Héctor Julio Vargas, 60 años, docente de educación física del colegio Eugenio Ferro Falla de la localidad, es padre de Víctor Ramón Vargas, el huilense pedido en extradición por la Justicia española por ser supuestamente el colombiano clave de los vínculos entre las Farc y la Eta, guerrilla española.
El maestro no niega a su hijo, reconoce que lo ama, que es de su familia y que siente temor que Víctor Ramón, de 36 años, sea extraditado hacía España porque no tiene dinero suficiente para desplazarse a visitarlo.
Sentado en el comedor de su casa, con una vaso lleno de café que se repite tres veces, empieza a narrar la historia de su primogénito, unos años amargos donde hasta él resultó implicado y encerrado dos años y medio en una cárcel supuestamente por complicidad.
De entrada manifiesta que no tiene conocimiento sobre si su hijo tiene o no vínculos con las Farc, una guerrilla que ha dominado regiones cercanas a Campoalegre, localidad donde ha vivido toda la vida.
Y narra que lo tuvo en frente, le sujetó sus brazos y sin pensarlo dos veces le preguntó: “Hijo, ¿qué es todo esto?, ¿qué vínculo tiene usted con la guerrilla?”.
Y lo hizo cuando el nombre de Víctor Ramón Vargas salió a la opinión pública porque fue capturado en marzo de 2003 en Armenia. Había ordenado la movilización de un carro cargado con 54 kilos de explosivos desde Campoalegre hasta el Hospital Militar de Bogotá, según la Fiscalía.
“Él me responde que tuvo un contacto con las Farc, hubo una persona que se le acercó y le dijo que alguien de por allá arriba (guerrilla), quería tener una conversación. Él fue por temor y lo presionaron. Le dijeron que sino transportaba el carro, la familia ‘llevaba del bulto’, como se dice en el expediente de la Fiscalía”.
Desde el 2003, el tema se convirtió en un calvario para la familia Vargas, que por su prestigio, trabajo como arroceros y gran reconocimiento en la región, han puesto alcaldes, concejales, diputados y otros líderes comunales.
“En ese momento lo vinculan a él con la columna móvil Teófilo Forero de las Farc. Y a mí me capturan supuestamente por complicidad”.
Y es que el maestro Héctor Julio, ingenuamente hizo lavar el carro y lo llevó al taller de mecánica donde después y sin saberlo, sería cargado con explosivos.
“Yo vi que el carro estaba fallando, lo llevé al taller y posteriormente vino una grúa y yo me desentendí de eso porque me fui para mi casa. Él dijo que el coche lo llevaba para Bogotá porque como estaba mal mecánicamente no podía movilizarlo hasta la capital”.
El carro llevaba arroz, cebolla y huevos y la droga, dice Víctor Julio alegando que iban estupefacientes y no explosivos, sugiriendo que la Policía le hizo el cambiazo.
“Cuando cogieron el vehículo yo no iba, lo detuvieron e iba al mando de un conductor de un taller. Adelante iba la grúa que movía el carro. Dos o tres meses se circuló una orden de detención en mi contra y jamás me dijeron nada. Yo no sabía. Cuando capturaron a mi hijo en Armenia estaba en una fiesta en la que permanecían los mismos detectives que lo cogieron. A los cinco minutos después de que me avisan por teléfono, yo tenía mi casa en Campoalegre llena de policías”, narra el padre al destacar que su hija de pocos años de nacida padeció el allanamiento a la residencia.
Víctor Ramón Vargas purgó cinco años de cárcel en Combita y Girón, Bucaramanga. Su padre, dos años y medio; la investigación se la cerraron porque las autoridades no encontraron pruebas.
Después de la cárcel
Cuando sale de prisión con libertad condicional, el hoy pedido en extradición, decide marcharse con su compañera sentimental y su hijo de siete años a Bogotá. Allí se dedica al comercio, a vender zapatos, ropa y lociones que le mandaban de Estados Unidos. Incluso, recibió algunos contratos de topografía que realizó a través de segundos.
“Venía a Campoalegre normalmente, había pagado por lo sucedido en la cárcel, yo tengo una copia del Juzgado donde se aclara que mi hijo había purgado la pena”, recuerda el padre.
E incluso, ‘El Chato’, como le conoce la familia por la característica de la nariz, alcanzó a conceder una entrevista a Next Tv, un canal de televisión local. En la charla periodística pidió perdón a los campoalegrunos por si había enlodado el nombre de su municipio, confesó su pasión por estudiar derecho y hasta mostró su intención de lanzarse al Concejo por el Partido Liberal, que lidera su familia en la capital arrocera.
Los últimos meses en libertad de Víctor Ramón Vargas transcurrieron entre Campoalegre, Armenia, Bogotá y Bagre, Antioquia, donde administraba una mina de oro en una región colonizada por la coca y donde delinquen la mayoría de los grupos alzados en armas.
Héctor Julio, pidió permiso en el colegio y se marchó a conocer las andanzas de su hijo. El recorrido tardó dos horas en lancha para llegar hasta la inhóspita mina de oro.
“Me dijo ‘papá yo quiero que pase conmigo fin de año y luego llevarlo a donde yo estoy para qué se de cuenta en qué es que estoy trabajando’”.
El viaje fue largo, pasaron por Medellín, Caucasia y luego El Bagre, Antioquia. “Estaba de minero, me mostró la maquinaria que tenía a cargo, las personas que mandaba, me dijo que era administrador, me contó que la gente ganaba por porcentaje (…) Allí volví a preguntarle que si tenía conexiones con la guerrilla y me dijo ‘papá, puede estar seguro que no, usted no vaya a pensar que voy a traer a mi familia, mi hijo y a usted hasta acá para involucrarlos en problemas.’”.
La salida de la zona del docente fue complicada por la lejanía, tardó 17 días y está siendo investigado por abandono del cargo. Tres meses después, la Interpol emitió orden de captura a El Chato, que se oficializó en Caucasia, lugar donde fue detenido.
Lo claro para el docente de educación física es que a su hijo jamás le observó ideas revolucionarias, era un chico normal, no le gustó el estudio, aunque terminó su bachillerato.
“Siempre compaginó con las ideas liberales, nunca le vi comportamientos revolucionarios”.
Interrogantes
Pero, según las autoridades, el temido guerrillero apodado ‘El Mocho’, le lavó el cerebro y lo convenció de ayudar a las Farc, ¿es cierto? “En Campoalegre estamos estigmatizado como zona roja, siempre se ha dicho que es un sitio de las Farc. Éramos testigos que la localidad era un corredor para subir y bajar a hablar con esta gente. Esa versión la conocí en la audiencia cuando el fiscal Cuarto Especializado, Álvaro López Giraldo, sacó a relucir que era conocido de ‘El Mocho’, pero no puedo decir si eso es verdad o mentira”.
Vuelve a preguntar
En la audiencia pública, Héctor Julio aprovechó un receso para insistirle a su hijo en la pregunta de sus presuntos vínculos con las Farc. “Le dije ‘¿dígame qué era lo que llevaba ese carro? ¿Qué es toda esta vaina? Y me dijo que el automotor llevaba droga, no explosivos y que lo obligaron a transportar el vehículo”, responde el maestro campoalegruno.
Sin embargo, la pregunta reina: ¿Desde cuándo un chico de Campoalegre termina no solo acusado de tener vínculos con las Farc sino con la Eta? El padre dice que no lo sabe.
“Yo le echo la culpa al señor Fiscal que lo responsabilizó desde los explosivos, él en la audiencia dio a conocer la relación por los viajes de mi hijo al exterior y por la evidencia del pasaporte. Yo no sé por qué”.
Sin embargo, otra prueba que tienen las autoridades en contra del colombiano son los ingresos de Víctor Julio Vargas al país europeo, según su pasaporte.
“No sabía de esos viajes. Solo conozco lo que dijo el Fiscal. Era un hombre muy independiente”, es la respuesta que da Víctor Julio Vargas, al destacar que oficialmente conoció de un viaje de su hijo a España hace más de ocho años cuando laboraba inspeccionando lotes baldíos en el Ministerio de Agricultura en el Gobierno de Andrés Pastrana y lo enviaron a un curso de inseminación.
“Una vez le dije que por qué se le habían dado esas oportunidades tan bonitas de viajar, que no las había tenido ni yo que llevo más de treinta años en el magisterio. A la pregunta me respondió que única y exclusivamente estaba aprendiendo sobre terrenos baldíos y en un curso de inseminación. No dijo absolutamente nada más”.
Héctor Julio vive un verdadero drama. Es un hombre que carga con el peso de que su hijo sea pedido en extradición por el Juez español, Eloy Velazco.
“Temo represarías contra mí. No quiero que me estigmaticen; las personas que me rodean han sido muy solidarias (…)”, agrega.
Desde las publicaciones de prensa donde aparece su hijo, quisiera no salir a la calle. Sin embargo, se detiene, piensa y sabe que no ha cometido ningún error, no tiene nada que ocultar, no conoce más detalles de lo sucedido y “si yo supiera que fuera cierto, lo diría”. Además, goza de una familia unida, que lo apoya y lo motivan a salir adelante.
Habla con su hijo
El maestro de Campoalegre solo le consuela hablar con su hijo al teléfono. No puede tener más acceso por el momento y a medida que pasa el tiempo, la oportunidad escasea. El huilense será trasladado a España.
“En una llamada me confirmó que lo habían detenido y me dijo que tenía que hacer una diligencia personal en Caucacia y lo cogieron. ‘Tranquilo padre que estoy bien, esto me agrada porque tengo la oportunidad de hablar las cosas como son. No se preocupe, tengo salud y me sé defender perfectamente. Cuide a mi hijo, mi señora y a mí mamita (La tía Gladys quien le crío)’”, narra el padre visiblemente triste y con intenciones de llorar.
En otra comunicación, le dice que lo trasladaron a Cartagena y le insiste que no se preocupe, que saldrán adelante, se defenderá solo, sin necesidad de abogado y que demostrará que no es verdad lo que se le acusa.
Mientras, Víctor Ramón Vargas se alista para su extradición a España, su familia pide a gritos que una ONG internacional lo acompañen en el juicio para corroborar el juicio. En Europa se determinará qué tan responsable es ‘El Chato’ de los cargos que se le achacan. La Justicia tiene la última palabra.
Francisco Argüello, La Nación (Colombia), 17/4/2011