JESÚS LAÍNZ – 07/09/16 ( publicado El Diario Montañés, 9 de octubre de 2014)
· Aunque el síntoma de más urgente tratamiento sea la fiebre plebiscitaria provocada por el España nos roba, el mal de fondo que padecen nuestros separatistas es, como ya advirtiera Unamuno, la indigestión de mala historia, cronificada por no haber sido tratada nunca desde La Moncloa. Aunque, más que la indigestión, parece que lo que aquí influye es el cornezuelo del centeno, vistas las frecuentes alucinaciones.
Por ejemplo, uno de los dirigentes de la Assemblea Nacional Catalana, Víctor Cucurull, explica en sus charlas que a los catalanes, además de sus carteras, los españoles les han robado su historia. Pues resulta que la catalana fue la primera de las naciones, ya existente en el siglo VII a. de C.; que la antigua Tartessos se hallaba en Tortosa; que Roma no fue nada hasta que entraron en ella los catalanes; que la nación más importante del mundo en el siglo XVI era Cataluña; que Santa Teresa en realidad era catalana; que san Ignacio no era de Loyola sino de Orihuela; que Cervantes era catalán y escribió el Quijote en lengua catalana; que las tres carabelas de Colón partieron del pueblo gerundense de Pals; que el geógrafo que dio su nombre al nuevo continente no era el italiano Américo Vespucio sino el catalán Aymerich Despuig; o que el emperador Carlos no se retiró a Yuste (“¿cómo se le pudo ocurrir al amo del mundo irse al culo del mundo a pudrirse de asco?”), sino al monasterio badalonés de la Murtra. Todo esto es textual.
Cucurull es miembro del Institut de Nova Història, dedicado a recuperar el pasado catalán usurpado por Castilla. En sus publicaciones se sostiene, por ejemplo, que Cortés, Pizarro y Almagro se llamaban, respectivamente, Ferrán, Francesc de Pinós de So i Carròs y Jaume d’Aragó-Dalmau, que Elcano no era de Guetaria y se llamaba Joan Caçinera del Canós, y que Erasmo ni se llamaba así ni era de Rotterdam porque era catalán e hijo de Joan Colom i Bertrán, verdadero nombre de Cristóbal Colón.
La guinda: Jordi Pujol envió en marzo de 2012 una carta a dicho Institut felicitándoles “por el buen trabajo que hacen, y les animo a continuar en esta misma línea”.