Francesc de Carreras-El País
Pronto el Tribunal Supremo pronunciará su importante sentencia, de nuevo volverá la insumisión de las autoridades catalanas y las manifestaciones tumultuarias
Mientras en Madrid nuestra inoperante clase política se entretiene con vetos mutuos, quizás porque todavía no se ha enterado de lo que es un sistema parlamentario, en Cataluña el movimiento independentista no ceja de ocupar puestos clave en la política, la economía y la sociedad. Su objetivo es dar un nuevo golpe, mejor preparado y con mayores garantías de éxito que el de 2017.
Ho tornarem a fer, lo volveremos a hacer, es la consigna del momento. Está por todas partes, también en autobuses y metros, con la connivencia de las autoridades locales, pronto quizás en la misma fachada de los Ayuntamientos. Creo que Sánchez Ferlosio, cuando en sus últimos años de vida le preguntaban cómo iba de salud, respondía secamente: “Peor”. Así respondo yo también cuando me preguntan por Cataluña. “¿Va mejor?”. “No, peor”.
La estrategia del nacionalismo catalán es el de “pasito a pasito”… hasta la victoria final. Ha sido así desde 1980, cuando en España se admiraba a Jordi Pujol por ser un gran hombre de Estado. “Un gran hombre destructor del Estado, querrás decir”, les replicaba. “No, no, ¡qué suerte tenéis!”. Les engañó. El método fue lento y sutil, pero efectivo: todo lo tenía perfectamente planificado, y lo ejecutaba sigilosamente.
Y así sigue. En la Cámara de Comercio de Barcelona, una corporación muy influyente, un grupo de muy pequeñas empresas, organizadas por la Assemblea Nacional Catalana (ANC), han dado un audaz golpe de mano para ocupar todo el poder. Al establishment económico catalán se le ha puesto, sin gran esfuerzo, cara de tontos. También la misma ANC ha creado un buscador para fomentar la compra a las empresas afines al procés. Alegan que no se trata de un boicot a las no afines… Como tienen cara de tontos, cuela.
De los 947 Ayuntamientos catalanes recién constituidos, 748 tienen alcaldes de partidos independentistas y un centenar más están dirigidos por coaliciones del mismo signo. De las cuatro ciudades capitales de provincia, tres están regidas por alcaldes independentistas y Barcelona por Ada Colau, la impredecible. ¿No creen que este 90% de alcaldes irán en manifestación a Bruselas para reclamar la libertad de los que ellos llaman “presos políticos” y, por este motivo, denunciarán la falta de democracia en España?
Pronto el Tribunal Supremo pronunciará su importante sentencia, de nuevo volverá la insumisión de las autoridades catalanas y las manifestaciones tumultuarias. Desde el extranjero se mirará a España otra vez como sospechosa. ¿Todavía tendremos el Gobierno en funciones o un nuevo Gobierno sostenido por los mismos independentistas que se sublevan en Cataluña? La irresponsabilidad de nuestros líderes políticos es colosal. En cambio ellos, pasito a pasito, saben hacer bien sus cosas. Lo volverán a hacer. Ho tornaran a fer.