EL CORREO 09/08/13
· Allegados de Korta recuerdan al industrial asesinado por ETA en un acto al que asistió un exmiembro de la banda como delegado de Sortu.
ZUMAIA. Diálogo con todos los que quieran construir la paz, pero desde la premisa de que es inadmisible cualquier justificación política de la violencia o el silencio ante ella. Es, en pocas palabras, el mensaje que los familiares y allegados a Joxemari Korta quisieron trasladar ayer como aportación a la paz y a la «reconstrucción de la convivencia». Lo hicieron en el homenaje al empresario zumaiarra, que como cada 8 de agosto le rindieron frente a la empresa donde, hace trece años, ETA decidió acabar con su vida. Esa muerte y la del resto de víctimas no fueron «sucesos tristes pero inevitables: fueron asesinatos injustos», remarcaron los responsables de la fundación.
El decálogo presentado, resumen de un documento «más trabajado y extenso» avalado por los 200 miembros de Joxemari Kortaren Bidetik, recoge sus bases para avanzar en la nueva etapa abierta tras el cese definitivo de ETA, en octubre de 2011. A ese comunicado, precisamente, se refirieron en primer lugar Andoitz Korta –hijo mayor del empresario–, Jesús Mari Mujika y Jesús Alberdi, los portavoces de la fundación.
Y lo hicieron para reconocer la «alegría» que sintieron al conocer ese «paso ineludible» para conseguir «una convivencia pacífica». Pero también para expresar «el profundo dolor» que sintieron al ver que la declaración «no expresaba ningún respeto ni consideración a las víctimas provocadas» por la banda. «Ni siquiera mencionaba los asesinatos de Joxemari ni de las demás víctimas y el dolor irreparable que provocó a sus allegados y amigos», denunciaron abiertamente, como ejemplo además del camino erróneo para la paz. «Esa no es la vía para la construcción de la memoria», señalaron.
Los Korta, que volvieron a reunirse en torno al monolito y a la fotografía del Joxemari ‘ciclista’ que cada año vuelve a las puertas de su empresa, mostraron su «interés» por participar de forma activa en la «reconstrucción social de nuestro pueblo», al igual que, en su opinión, debe hacerlo «toda la sociedad civil y, desde luego, las víctimas y su entorno».
Desde la fundación –anunciaron sus portavoces–, «nos esforzaremos con honestidad y ahínco en el proceso de pacificación, aun cuando los sentimientos chirríen». Y en ese trabajo comenzaron por marcar algunas de las premisas que consideran ineludibles.
Una de ellas es la necesidad de que la ciudadanía «interiorice de forma rápida y contundente» el hecho de que no es admisible «ninguna justificación política de la violencia». Y, en consecuencia, «quien no toma postura ante ella y se calla, se convierte en cómplice de la misma», recalcaron sin referirse expresamente a nadie.
A esa reclamación, la fundación Bidetik sumó otra, y es la de llamar a las cosas por su nombre. «No exigiremos los máximos éticos» de arrepentimiento o petición de perdón, dijeron, «pero tampoco aceptaremos nunca» declaraciones que presenten las «muertes de Joxemari y de todas las víctimas como sucesos tristes pero inevitables». «Exigiremos siempre que además de considerar que fueron nocivos para nuestro país», se asuma que «fueron asesinatos injustos», recalcaron.
Ese reconocimiento es, según los Korta, una «condición» fundamental para el respeto a las víctimas y a su «derecho a la verdad, la justicia y la reparación», y una condición previa incluso a la admisión del daño causado. «Las víctimas tienen todo el derecho a construir su relato, a expresar su dolor y su enfado y a ser escuchados», reivindicaron.
Hablar, aunque duela
El documento que hicieron llegar a todos los asistentes al acto de recuerdo llama también a demostrar «una voluntad firme» para examinar con «honestidad y prudencia» lo ocurrido, y a «superar el odio y la venganza» para procurar una convivencia pacífica en el día a día. Y ésta, añaden los Korta, solo puede construirse «sobre el diálogo y el respeto». «Hay que hablar con todos los que quieren construir esa paz, aunque resulte doloroso», reconocen. Pero el diálogo –avisan– exige unas pautas: «Superar el silencio del miedo, recuperar el del respeto y utilizar las palabras con honestidad y precisión» para buscar el acercamiento y no ofender.
Junto al cuidado del lenguaje, la Fundación Bidetik invita a desterrar «la soberbia» de manifestaciones al estilo de «‘nosotros hemos traído la paz, o nosotros somos los únicos vencedores’». Y llama a todos los partidos a moverse «pronto, con firmeza y decisión» en el trabajo de asentar la paz y la convivencia, para el que deben «estar abiertos a visiones que superen los intereses partidistas».
Los allegados de Korta, que intentan preservar con la fundación
«los valores» del empresario zumaiarra, aludieron en último término a la «educación» como una «necesidad apremiante» para «rebatir la violencia en cualquier circunstancia» y promover «la pluralidad, la tolerancia y una pedagogía de los derechos humanos».
La reflexión, en la que seguirán profundizando en el futuro, marcó el acto de homenaje que a mediodía volvió a congregar frente a la sede de Korta S.A. a un nutrido grupo de familiares, amigos y representantes políticos. Resguardada tras unas gafas de sol e intentando ocupar un segundo plano ante las cámaras, Marian Zearreta, junto a sus hijos Andoitz y Lander –Ibai se encontraba fuera–, acudió al homenaje a su marido y atendió a los asistentes al finalizar los quince minutos de silencio que la lluvia, justo, respetó.
Políticos y empresarios
Cerca de ellos, los políticos y responsables de la patronal: la presidenta del Parlamento vasco, Bakartxo Tejería; la consejera de Desarrollo Económico y Competitividad, Arantza Tapia; el secretario general de Paz y Convivencia, Jonan Fernández; la diputada de Cultura, Ikerne Badiola, la directora foral de Derechos Humanos, Marina Bidasoro; el presidente de Confebask, Miguel Ángel Lujua; el de Adegi, Peio Gibelalde; y políticos de diferente signo, también de Sortu.
Después de que el año pasado asistiera Martin Garitano como diputado general, en esta ocasión el coordinador de Sortu en Gipuzkoa, Joxean Agirre –que fue militante de ETA–, representó por primera vez al partido de la izquierda abertzale en un homenaje a una víctima de la banda terrorista. A él, la fundación también se encargó de entregarle su manifiesto, que se comprometió a leer y a responder.
EL CORREO 09/08/13