El desgarro provocado por la gestión social de la crisis y la respuesta política a la corrupción ha llevado a que España afronte, por primera vez desde la restauración de la democracia, una legislatura en la que el Congreso ofrece una composición tan plural que es imposible de antemano la formación de mayorías predecibles y estables. El Gobierno está sostenido sobre 137 diputados. Ciudadanos aporta otros 32 y Coalición Canaria, uno, por lo que la suma se quedaría a seis de la mayoría absoluta, pero además los dos han circunscrito su respaldo a la investidura de Mariano Rajoy y bajo severas condiciones, sin descartar que puedan eventualmente apoyarse en otros grupos para dar lugar a mayorías alternativas a la tejida en torno al PP.
Se inicia así una legislatura que para ser mínimamente fructífera y duradera y no ahondar en el descrédito de las instituciones tiene que pasar por el diálogo y la concertación entre las fuerzas políticas, en especial entre las que tradicionalmente han vertebrado la cohesión social en España: el PP y el PSOE, cuyo grupo, zaherido por profundas divisiones y la amenaza del populismo, cuenta con 84 escaños.
Este conjunto de circunstancias ha alimentado la expectativa de que acaben dándose las condiciones que permitan que España afronte las grandes reformas pendientes mediante grandes pactos de Estado, a la manera de una segunda Transición, de tal manera que queden resueltas mediante acuerdos transversales que garanticen su permanencia al margen de los vaivenes propios de las mayorías coyunturales que vayan dibujando en el Congreso las sucesivas convocatorias electorales.
Al optimismo contribuyen las líneas generales del pacto de investidura firmado entre el PP y Ciudadanos, que incluye medidas de regeneración institucional de enorme calado como la que afectaría al Poder Judicial. Pero, principalmente, la vocación moderada y tolerante, proclive al consenso, que exhibieron durante el debate de investidura el candidato, Mariano Rajoy, y el portavoz socialista, Antonio Hernando. Ambos parecen coincidir en la necesidad de tomar la iniciativa para revertir la amenaza para la unidad de España que representa el proceso independentista en Cataluña. En el guion de su discurso, Rajoy ofreció tres grandes pactos de Estado a afrontar inmediatamente: pensiones, financiación autonómica y educación, todas en el horizonte de los próximos meses. EL MUNDO resume en estas páginas las claves de estos cuatro grandes retos ineludibles para el país.
· Diálogo con referéndum unilateral al fondo
Es poco probable que Mariano Rajoy tenga unos primeros 100 días de legislatura tranquilos. Carles Puigdemont y su Govern esperan al presidente de uñas, con muchos reproches porque consideran que en los últimos cuatro años se ha dedicado a aparcar el problema catalán y a combatir el independentismo desde los juzgados. La hoja de ruta unilateral de la Generalitat, que incluye ahora la promesa de convocar un referéndum de autodeterminación con o sin permiso del Estado en septiembre de 2017, presagia una colisión si no se abre el diálogo sobre el modelo territorial.