Horóscopo posmoderno

Ignacio Camacho-ABC

  • Lenguaje de plástico. Mantras motivacionales de taza con emoticono, autoayuda de saldo, retórica de gurú de Facebook

Pedro Sánchez debería pedirle un esfuerzo de calidad a los ‘negros’ -perdón, perdón, ‘speechwriters’- que redactan sus discursos. Una cosa es encargar una tesis a cualquier escribano que le saque del apuro y otra dirigirse a la nación aunque sea para vender humo con ese aire pretencioso de demiurgo iluminado por su visión de futuro. Y los españoles también deberíamos exigirle que respete su cargo; el presidente de la nación no puede hablar como uno de esos gurús de saldo que inundan Facebook con memes apócrifos y adagios paulocoelhianos. Con tantos asesores como tiene contratados ha de existir alguno con cierto pudor literario, alguien capaz de distinguir entre una charla de autoayuda y una alocución de Estado. Y si no lo hay, apaga y vámonos: pobre concepto tiene de los ciudadanos un líder que se dirige a ellos con esa prosopopeya hueca, ese lenguaje de plástico, esas frases como de taza con emoticono, esos sobados aforismos de prontuario barato.

Lo peor de las ‘performances’ sanchistas es la falta de talento. Las mentiras van incorporadas de serie en el modelo, pero al menos podría envolverlas con un celofán de brillo, de inteligencia, de ingenio. Un señuelo de interés con el que justificar el tiempo que hace perder a los ilustres asistentes a sus muermos. Quizá sea demasiado pedir para un gobernante que hizo de la tautología -«no es no»- la base conceptual de un proyecto y que llama prospectiva estratégica a una especie de horóscopo posmoderno. Desparpajo no le falta para presentar eso en el auditorio de un museo. Al fin y al cabo es un artista de la superchería y el fingimiento.

Lo de ayer, el documento ése de la España de 2050 -por qué quedarse corto- ya lo había ensayado su mentor de cabecera cuando manejaba a Monago como una marioneta. Casi todas las ocurrencias publicitarias de Sánchez han salido del banco de pruebas de la presidencia extremeña. Por eso se quedó sin ideas a la hora de hacer frente a la pandemia: el laboratorio de mercadotecnia no disponía de antecedentes ni referencias previas. Aquel dirigente del PP, pionero del populismo gestual, sólo se mantuvo en el poder un mandato; los trucos de conejos en la chistera tienen un efecto limitado. Como para pensar en que el ilusionista está en condiciones de plantear un horizonte a largo plazo.

El contenido del informe carece de importancia. Por supuesto y en primer lugar para el que lo presentaba, un tipo cuyas palabras de hoy no tendrán valor mañana. Una serie muy pelmaza de volutas de nada en la que entre otros detalles faltaba el pequeño problema de la integridad de España, el desafío secesionista y demás zarandajas. Da igual, se trataba sólo de un rato de propaganda. Mantras de pensamiento mágico que la próxima semana quedarán olvidados. Lo único que está claro es que dentro de treinta años todos -menos Redondo, que se ha hecho un implante- estaremos calvos.