- Los barceloneses, aprendiendo de Houdini, tienen la oportunidad de hacer desaparecer electoralmente a quien confunde la alcaldía con su cortijo
Una vez más, Colau y Aragonés han vuelto a despreciar a la Nación española, representada en esa feria por la institución monárquica y por su titular, el Rey de España, como ordena la Constitución, ante el silencio de la izquierda catalana y española, poniendo en práctica la máxima del liberalismo económico aplicado a la ideología de izquierdas: dejar pasar, dejar hacer.
Puesto que en las mismas fechas que se celebraba el Congreso, la expresidenta del Parlamento catalán, Laura Borràs, estaba siendo procesada por delitos de corrupción, pensé que la facilidad de la que hacían gala Colau y Aragonés de aparecer y desaparecer tenía que ver con los famosos juegos de Magia Borrás. Cuando yo era un crío de 10 0 12 años soñaba con ser el mago que Magia Borrás anunciaba -y sigue anunciando-. De los muchos trucos que enseña a realizar no hay ninguno que tenga que ver con el escapismo, de lo que deduzco que tanto Colau como Aragonès, hicieron todo lo posible por imitar al gran Houdini, que como se sabe sorprendía constantemente con sus espectáculos en lo que aparecía y desaparecía sin que nunca nadie nunca fuera capaz de descubrir sus trucos. La alcaldesa de Barcelona y el presidente de la Generalidad han convertido el escapismo ilusorio de Houdini en un escapismo de referencia política: nada por aquí, nada por allá. Ahora desaparezco para no darle la mano al Jefe del Estado y ahora aparezco para hacerme la foto y compartir la cena con él.
Lo que sí pueden y deberían hacer los barceloneses y los catalanes es prescindir de una alcaldesa y de un presidente que han demostrado una vez más su deslealtad con el Estado democrático
Una vez más, los ciudadanos hemos recibido una lección de cómo caminar del pragmatismo al cinismo sin que la izquierda denuncie ese desprecio al Estado democrático.
El desdén de Colau y de Aragonès enerva a quienes creemos que no es justo que aquellos que se ven privilegiados por el esfuerzo del Estado para que Barcelona siga siendo sede del Mobile, adopten ese desprecio al Jefe de ese Estado, un año tras otro. No sería justo que, ante ese intento de agravio, las autoridades del Estado buscaran otro sitio para la próxima edición del Mobile World Congress. Los barceloneses y catalanes no tienen la culpa del desgraciado y desagradable comportamiento del que han hecho gala su alcaldesa y su presidente. Barcelona no debe prescindir de un acontecimiento tan innovador y tan potente económicamente. Lo que sí pueden y deberían hacer los barceloneses y los catalanes es prescindir de una alcaldesa y de un presidente que han demostrado una vez más su deslealtad con el Estado democrático. En las próximas elecciones municipales, los barceloneses, aprendiendo de Houdini, tienen la oportunidad de hacer desaparecer electoralmente a quien confunde la alcaldía con su cortijo. Y de Magia Borràs, que aprendan como se puede dividir en pedazos cosas que aparentemente son indivisibles, como lo sabe hacer Laura Borràs.
Va siendo hora de que los secesionistas no sigan pensando en que se obtienen más cosas con una gota de miel que con un litro de hiel. La miel de la que muchos independentistas han estado libando, ya no puede seguir siendo el remedio a emplear con aquellos que ya traicionaron a la II República y quieren volver a traicionar a la democracia que tanto costó conseguir.