Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Ayer le dije que cada día nos deparaba un susto. Pues no es verdad. Hoy nos han dado dos. Uno de ellos es más de lo mismo, pero el otro es nuevo y más grave. El primero se refiere a las previsiones realizadas por la OCDE que vienen a coincidir, más o menos, con las ya comentadas del Banco de España, la Unión Europea, el Gobierno vasco, etc. España está mal y será el país que más va a sufrir. ¡Estupendo! Pero la segunda es mucho peor, porque procede de aquí mismo y se refiere a la economía real. Le hablo de lo expresado ayer por la patronal vizcaína Cebek tras la encuesta realizada a sus asociados que, le recuerdo, son en el terreno económico el equivalente a los sanitarios de las UCIs, pues se sitúan en la primera línea del frente.
¿Y que noticias llegan de allí? Pues el parte de bajas alcanza a 4.040 empresas desaparecidas y a 12.765 personas eliminadas de la Seguridad Social. Y cuando les preguntan cómo vislumbran el futuro a medio plazo, el color muda del gris oscuro al negro zahíno. El 91% se mueve entre el pesimismo y el pesimismo extremo, como consecuencia «de la evidente caída de actividad económica derivada del hundimiento del mercado nacional y, en menor medida, del exterior». Una situación que, para ser más dura, afecta a todos los sectores y a todos los tamaños de empresas. Un 66% de los encuestados dicen que su nivel de pedidos actual es débil o muy débil y un 48% afirman que su mercado natural se encuentra en recesión. Hay muchos amigos (los dos o tres que me leen) que me piden comentarios más optimistas. Pues ¡hala, que hagan ellos uno con estos datos!
Sin embargo, lo que más me preocupa es la respuesta de los gobiernos. Si miran a Europa verán que los países del norte -varios, no solo Holanda, la pérfida suplente-, ponen pegas a todo el paquete de ayudas diseñado por la Comisión, a su tamaño, a su reparto y a su financiación. Ya veremos en qué queda. ¿Y en España? Los congresistas se pasan el día inventando nuevos insultos y lanzando nuevas acusaciones. ¿Ideas? Ninguna. ¿Aportaciones útiles? Ninguna. ¿Medidas? Sí, para paliar las consecuencias sociales, ninguna para recuperar la actividad y reanimar el empleo. ¿Y aquí? Aquí tenemos elecciones en un mes. No podemos estar a todo.
Total, que nos regodeamos en la bronca política de vuelo gallináceo y perdemos un tiempo precioso para prepararnos para la batalla que viene tras el confinamiento legal y mientras superamos el confinamiento mental. Una odisea que necesita ideas claras, actuaciones audaces, medidas urgentes y, sobre todo, el esfuerzo de todos.