Huertas, toros y aldeas

LUIS HARANBURU ALTUNA, EL CORREO 10/08/13

Luis Haranburu Altuna
Luis Haranburu Altuna

· Ahora va a resultar que Xabier Arzalluz tenía razón cuando vaticinaba que la izquierda abertzale tan solo aspiraba a construir un país como Albania donde se pudieran cultivar berzas a placer. Con perdón de los albaneses, los guipuzcoanos estamos a punto de superar sus expectativas de la mano de Bildu. Ya el padre Larramendi afirmaba a mediados del siglo XVIII, en su ‘Corografía de Gipuzkoa’, que como las berzas de Aralar no había otras y puedo dar fe de que, en efecto, las hortalizas que se cultivan en los apriscos de los pastores de Igaratza y Pardeluts no tienen parangón. Al parecer Bildu pretende retrotraernos a los tiempos verdes y felices en los que los vascos cultivábamos la tierra y pastoreábamos los rebaños. Así lo ha afirmado el diputado de Innovación, Desarrollo Rural y Turismo al responder a la pregunta del periodista que se interesaba por las huertas urbanas de San Sebastián, como proyecto emblemático del primer edil donostiarra, para paliar el paro y dar rienda suelta al emprendimiento de nuestros jóvenes.

Estas son las palabras del señor diputado de Innovación: «Se potenciará el banco de tierra para ayudar a los jóvenes que buscan en el primer sector un refugio o un proyecto de vida y se encuentran con la dificultad de la falta de terreno. Creemos en el beneficio que el primer sector trae a la ciudadanía». Al paso que vamos y si la crisis no cesa, se podrá recalificar como agrícola el suelo industrial que las empresas abandonan tras su cierre. En el solar de Corrugados de Azpeitia, por ejemplo, podrían habilitarse varias huertas como experiencia piloto de innovación económica.

Esta vocación por la economía verde y la horticultura innovadora tiene posiblemente su origen en el etnoecologismo del que Bildu hace gala en sus tareas de gobierno. Su política de tratamiento de basuras que tiene en el puerta a puerta su emblema, denota una especial sensibilidad por el trabajo artesano y los puestos de trabajo manual. Posiblemente, el compostaje como técnica para reutilizar los residuos vegetales y animales, tiene como finalidad última la producción de abonos a gran escala para surtir a las futuras huertas que se vayan a implementar. Ocurre que lo explican mal y los ciudadanos de a pie no nos damos cuenta de las numerosas ventajas que la gestión de Bildu nos ha de deparar. Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con los toros en San Sebastián, que el ayuntamiento de Bildu ha descartado contra la opinión mayoritaria de los grupos de la oposición.

A mí los toros, la verdad, no me entusiasman. He asistido a dos corridas. Solo recuerdo el calor que hacía y el sudor de los espectadores del tendido de sol. Pero los toros siempre han estado ahí, al menos desde Leze-txiki y Santimamiñe, donde nuestros ancestros los pintaban. Los toros son la esencia de los Sanfermines y en Azpeitia constituyen un blasón que es parte de su idiosincrasia. Lastur era nuestro emblema torero. Hasta que llega Bildu y decreta su desaparición, allí donde puede. El toro es un animal mitológico que ha resistido siglos de incuria y prejuicio y no será Bildu quien determine su final.

Los toros volverán, como las golondrinas de Bécquer, a menos que Bildu consiga desmembrar San Sebastián y constituir los actuales barrios en aldeas. En los pueblos rurales del interior Bildu no tiene competencia y allí puede implantar su política de basuras como le apetece, pero en ciudades como Irun, Eibar, Lasarte o San Sebastián lo tiene más difícil, a menos que haciendo uso del derecho de autodeterminación municipal las ciudades se desmiembren. Igeldo es la avanzadilla y si todo sale bien, podría suceder que Intxaurrondo, Egia o Añorga se conviertan en municipios autónomos con sistemas de recogida puerta a puerta y huertos urbanos por doquier.

El alma bucólica de la izquierda abertzale tiene en las políticas participativas y festivas su cara más oportunista. A los toros, al fin y al cabo, acuden cuatro vejestorios resoplando el humo de sus puros, pero a las txoznas y desembarcos de piratas acude la flor y nata de nuestras futuras generaciones.

El exalcalde Odón Elorza tuvo la genialidad de inaugurar un desembarco de piratas en la Concha donostiarra. Se trataba, seguramente, de ahuyentar la imagen elitista de la Semana Grande, mediante la abigarrada presencia de adolescentes en busca de un desembarco imposible. Un carnaval en pleno agosto. Muchas de las iniciativas del alcalde Odón han sido desarticuladas o desvirtuadas por el nuevo gobierno municipal, pero el desembarco pirata, de inveterado y rancio abolengo donostiarra, ha sido potenciado por el nuevo alcalde, que ha visto en la piratería el banderín de enganche para atraerse el favor de las jóvenes mesnadas alegres y participativas.

Las huertas, los toros, las aldeas y los piratas constituyen la nueva faz de la izquierda abertzale que toca poder y rige los destinos de Gipuzkoa y su capital. Es una realidad que algunos han hecho posible con sus estrategias a medio plazo y su confianza en la usura que el poder ejerce en quienes lo detentan. Son políticas que corresponden a ‘los nuevos tiempos’, pero que carecen de proyección y contraste. Son políticas no consensuadas y llevadas a cabo mediante la imposición y la opacidad. Son políticas, en fin, que tratan de desviar la atención de lo esencial. Son políticas de distracción. Lo cierto es que Gipuzkoa vive una encrucijada histórica en la que se juega el porvenir de sus futuras generaciones, mientras sus principales instituciones se dedican al juego ideológico de la políticas improvisadas. Hablan de los nuevos tiempos, pero en ningún caso se dan los pasos para asumir la responsabilidad del horror vivido. Suena a broma el que los mismos ediles que se ponen de la parte del toro y condenan su sufrimiento, no hayan pestañeado ante los crímenes cometidos por ETA. Y siguen sin condenarlos.

LUIS HARANBURU ALTUNA, EL CORREO 10/08/13