Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 17/11/11
El PNV se está jugando su suerte inmediata en más de un partido. El adelanto electoral del 20-N ha venido a coincidir con su proceso de renovación interna y, en concreto, con la renovación del EBB, su máximo órgano de dirección. Ambos escenarios no están exentos de complicaciones, pero, sin duda, la principal preocupación de Iñigo Urkullu está en el resultado del próximo domingo. De hecho, la pérdida de grupo parlamentario en el Congreso o una derrota ante Amaiur -dos riesgos que siguen latentes hasta el últiimo día- pueden enrarecer en exceso el ambiente interno del partido.
Sin embargo, Juan José Ibarretxe ha venido a desdramatizar la pronosticada reelección de Urkullu al frente del EBB. El exlehendakari se ha apartado rápidamente de este proceso interno tras conocer que era el favorito entre algunos grupos de afiliados del PNV. Por lo tanto, el camino queda expedito aunque aflora, de paso, la añoranza política que sigue provocando el anterior presidente del Gobierno vasco, máxima ahora que el País Vasco afronta un inédito escenario sin violencia y abierto, por tanto, al debate sobre el futuro marco jurídico como comunidad autónoma.
Aunque Ibarretxe mantiene inalterable su principio de que jamás volverá a la política después de aquella histórica retirada en el Parlamento vasco cuando Patxi López se aseguró el apoyo de Antonio Basagoiti para sucederle, un elevado índice de afiliados y simpatizantes del PNV suspiran por su vuelta y el propio interesado lo sabe. Más aún, en este amplio sector del PNV sostienen que en estos momentos sería, sin duda, el mejor candidato para frenar, de un lado, la acometida electoral de Amaiur, y, por otro, asentar con absoluta credibilidad la postura nacionalista sobre cúal debe ser el futuro estatus político de Euskadi y el plan a seguir.
Ibarretxe no plantará cara a Urkullu y así alivia una parte sustancial del proceso interno del PNV. Pero su aclamación entre afiliados, más allá del gesto simbólico, no debería pasar desapercibida porque lleva implícito un intencionado mensaje: advierte de que el partido no puede olvidar la línea ideológica que representaba el exlehendakari. Y este aviso, en plena refriega con la izquierda abertzale por la supremacía del voto
identitario, tiene más vigencia que nunca. ¿Acabará calando? La respuesta no será inmediata, pero el 20-N ayudará a resolver las dudas.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 17/11/11