Miquel Giménez-Vozpópuli

  • En Podemos están que se salen. El frutero Al Capone, Puigdemont, es un exiliado, y Don Juan Carlos está fugado. Que no decaiga

Anda el gallinero morado revuelto. No hay jornada sin frase estulta, sin ataque feroz e injustificado, sin excusa barata, sin mentira con la que disimular su engaño al votante. La lista de barbaridades que avergonzaría a un tahúr profesional, a un timador del toco mocho, a un vendedor de crecepelo del salvaje oeste, a estos, en cambio, no les afecta lo más mínimo. El cargo se justifica por la enormidad de sus palabras, que no por su obra de gobierno, limitada colocar a compinches y sangrar al erario público en tiempos de extrema necesidad con legiones de asesores y campañas que no se le ocurren ni al que asó la manteca.

Han sido el hazmerreír nacional con lo del frutero y la subida de la luz, esa que no se iba a producir si ellos estaban en el Gobierno. Como el precio se ha disparado un setenta y cinco por ciento en esta primera quincena de enero, la tropa bolivariana salió este viernes y, por boca de Ione Belarre, secretaria de Estado para la Agenda 2030, psicóloga con una tesis no sabemos si acabada sobre experiencias migratorias, género y movimientos sociales, hizo unas declaraciones que fueron pasmo de propios y extraños: “Lo del mercado eléctrico funciona como si te estuvieran cobrando la patata a precio de aguacate, y la derecha quiere que hablemos de bajar el IVA a costa de recortarte servicios públicos, pero del frutero que se está forrando estafándote, ni mú”, Patatas, puerros, zanahorias, aguacates, toda la corte hortícola y frutal paseó por el reino de Babia en el que están empadronados los podemitas.

Cocomocho es un héroe, equivocado, pero un héroe; Don Juan Carlos es poco menos que el sacamantecas. Que a este no se le haya imputado ni juzgado ni mucho menos sentenciado a Iglesias le da igual

No se ha quedado ahí la cosa. En el programa Salvados – sería más justo llamarlo Adulados – Gonzo tenía al mismísimo oráculo de Galapagar, Pablo Iglesias, en persona y moño. Y ahí soltó que Carles Puigdemont, el de Waterloo, “se ha jodido la vida por sus ideas políticas”, que “lo considero un exiliado como los de la República”, para rematar la jugada distinguiendo entre el fugado en el maletero y el rey emérito con un “Puigdemont actuó de acuerdo con sus ideas, mientras que Juan Carlos, no”. Cocomocho es un héroe, equivocado, pero un héroe; Don Juan Carlos es poco menos que el sacamantecas. Que a este no se le haya imputado ni juzgado ni mucho menos sentenciado a Iglesias le da igual. Que pueda entrar y salir de España sin que nada le inquiete, menos. Que Puigdemont huyera dentro de un maletero, que le estemos pagando la fiesta los españoles, desde sus mantenencias a sus escoltas, que haya sido capaz de abandonar a sus propios compañeros, que sea responsable de la ruina económica y social más terrible que ha padecido Cataluña desde la Guerra Civil, no es siquiera digno de mención para el podemita.

Ni hablemos de la Benemérita, que se cuadraría ante el rey emérito, mientras que a Puigdemont lo invitarían a tomar café en la Casa Cuartel, previo aviso al juzgado. Pero para Iglesias es el rey, que nada robó, que no nos cuesta un duro, que supo pilotar una transición y hacer de una dictadura una democracia homologable a toda Europa, que nos dejó un país que, con todos los defectos que se quiera, tenía la vida ordenada alrededor de los valores constitucionales de democracia y libertad, el malo de la película. El aldeano de Amer, en cambio, es un generoso político, sacrificado, que se “ha jodido la vida”, pobret, dejándonos como herencia los CDR, la plaza Urquinaona llena de cascotes, containers incendiados, la Meridiana cortada, el matonismo en las universidades, una Generalidad como pollo sin cabeza, sin dinero y repleta de chanchullos y mediocres que viven del cuento y un país asolado sin posibilidad de levantar cabeza en décadas.

Vicepresidente, Puigdemont no se ha jodido la vida, nos la ha jodido a los demás. A los suyos, los primeros, que están chupando trena mientras el señorito anda por ahí la mar de pizpireto. Al resto, porque nos ha abierto en canal dejando al aire nuestras vísceras para que las moscardas totalitarias se ceben en ellas. Ni fruteros ni exiliados ni gaitas. No busque más en el diccionario de la demagogia. Lo que usted dice y hace desde su despacho oficial tiene una definición clara y precisa: alta traición. Y ya no hablo de traición a la democracia, al Estado, a sus propios electores, a un mínimo decoro y decencia, sino traición al sentido común. Porque si se cree usted sus palabras es un insensato, y, si no se las cree, es un irresponsable.

Y ahora, cómprese un aguacate.