El apoyo que hoy recibirán el lehendakari y su gobierno de la izquierda abertzale no les ha sido dado de manera inocente. Se trata de un apoyo activamente buscado, y hasta mendigado, desde el mismo momento en que se redactaron las preguntas de la consulta sin incluir ningún pronunciamiento ético sobre el terrorismo, contra lo prometido por Urkullu.
Con su anuncio de ayer, los parlamentarios del PCTV-EHAK han despejado la penúltima incógnita que quedaba por despejar antes del pleno que hoy se celebra en el Parlamento vasco sobre el proyecto de ley de consulta: permitirán, por fin, con uno de sus nueve votos, que la propuesta salga adelante. Sin embargo, también han dejado bien claro que su apoyo no es en absoluto a la hoja de ruta del lehendakari y su gobierno, sino que sólo quiere dejar al descubierto «el verdadero rostro autonomista del PNV». Suponen, en efecto, los diputados de EHAK -y suponen bien que «será España la que impida la consulta y el PNV quien lo acepte». Con esta actitud, la izquierda abertzale ha pretendido que a la ignominia en que el lehendakari y su gobierno van a incurrir por llevar adelante su proyecto de la mano de tan reprobable compañía se le añada también una insoportable dosis de humillación.
Todos sabemos que, por lo que al lehendakari y a su gobierno respecta, muy poco efecto va a tener en su conciencia esta perversa combinación de ignominia y humillación. De hecho, el apoyo que hoy recibirán de la izquierda abertzale no les ha sido dado de manera inocente. Todo lo contrario. Se trata, como bien ha podido comprobarse a lo largo de estas últimas semanas, de un apoyo activamente buscado, y hasta mendigado, desde el mismo momento en que se redactaron las preguntas de la consulta sin incluir en ellas ningún pronunciamiento ético sobre el terrorismo.
Buen cuidado ha tenido a partir de entonces el lehendakari de no pronunciar palabra ni ejecutar acto alguno que pudieran incomodar en lo más mínimo la susceptibilidad de la izquierda abertzale y enajenarle su apoyo.
Ahí está, por ejemplo, como prueba de esta extrema cautela, el silencio que Ibarretxe ha mantenido, pese a los múltiples requerimientos que se le han hecho para que se pronunciara, sobre las mociones éticas que su propio partido ha presentado contra los gobiernos municipales de ANV. Y ahí está también, más recientemente aún, el infamante informe que la Comisión de Derechos Humanos de su Departamento de Justicia acaba de remitir al Parlamento y en el que se aboga por la equiparación de las víctimas del terrorismo etarra con otras que habrían sido causadas por no se sabe qué «motivación política».
Ahora bien, si no en la del lehendakari y su gobierno, quizá sí cabría todavía esperar -bien es verdad que con muy alta dosis de ingenuidad- que tanta ignominia y tanta humillación hicieran mella al menos en la conciencia particular del PNV. Al fin y al cabo, su presidente prometió que, en la consulta, habría una «condena expresa» del terrorismo y que «su partido no se andaría con ambigüedades en materia tan grave».
Hoy mismo tiene la oportunidad de resarcirse el señor Urkullu del desmentido con que el lehendakari desbarató esta su solemne promesa. Contrarreste, por ejemplo, el PNV el voto a favor de la izquierda abertzale con la ausencia de uno de sus parlamentarios en el pleno de esta mañana. Una simple diarrea bastaría para justificarla.
José Luis Zubizarreta, EL CORREO, 27/6/2008