Ilusión no pega con abstención

EL MUNDO – 19/12/15 – LUCÍA MÉNDEZ

· Hasta aquí hemos llegado con los nervios alterados por el desasosiego. El inédito escenario político está sometiendo a duras pruebas de resistencia a expertos, analistas, sociólogos, politólogos, estrategas, comunicólogos, equipos de campaña, asesores y candidatos. Todo el mundo peregrina en busca de pistas para saber lo que pasará mañana, pero aquí no hay oráculo de Delfos que valga. Aquí el único oráculo de Delfos reside en la conciencia de cada español con derecho a voto.

La incertidumbre se transformó en asombro ante los últimos movimientos estratégicos de la campaña de dos de los partidos que mañana se presentan a las elecciones: PP y Ciudadanos. En cuestión de horas, el PP anunció que estaba dispuesto a negociar con el PSOE –¡pero sin Sánchez!– el futuro Gobierno de España y su candidato, Mariano Rajoy, lo desmintió de forma tajante. Los estrategas del PP no parecen muy finos.

Por su parte, Albert Rivera dio un giro de 180 grados el último día de campaña al proclamar que está dispuesto a abstenerse para permitir gobernar a Rajoy si el PP es el partido más votado. No hay quien entienda ninguna de las dos cosas.

Particularmente sorprendente, desconcertante y hasta prodigioso resulta el anuncio de Rivera. A lo largo de los últimos meses, el candidato de Ciudadanos ha tenido cientos de oportunidades de ofrecer la abstención de sus futuros diputados en pro de la estabilidad política de España. Se lo han preguntado cada día por lo menos un par de veces. Pero no lo ha hecho hasta el último día. ¿Por qué? Cualquiera sabe.

Albert Rivera ha logrado movilizar y hasta entusiasmar a muchos españoles de ánimo renovador templado con la fuerza de su personalidad y un discurso regenerador. Pero la palabra «ilusión» no parece compatible con el término «abstención». Habrá excepciones, pero nadie suele ilusionarse pensando en abstenerse de entrada. Por lo menos, sin esperar a ver cuántos diputados tendrá Ciudadanos mañana por la noche.

No es censurable –todo lo contrario– presentarse a unas elecciones para garantizar la gobernabilidad del país. Lo que pasa es que Rivera había dicho que salía a ganar o a ser el líder de la oposición. No a convertirse en minoría abstencionista. Nadie anuncia semejante cosa como cierre de campaña.

Es posible que este giro estratégico no sepulte la palabra «ilusión» que figura en los carteles con la foto del candidato Rivera. Aunque también es verosímil que el anuncio decepcione a algunos de los ilusionados. E incluso es posible que el presidente de Ciudadanos se tenga que arrepentir toda su vida del último anuncio de su primera campaña de generales.

EL MUNDO – 19/12/15 – LUCÍA MÉNDEZ