Impresentables

Ignacio Camacho-ABC

  • Sánchez trata de ocultar a sus socios de Gobierno en la cumbre donde acaso se juegue su futuro personal a plazo medio

Como aquellas familias rancias que encerraban a los parientes pobres o indiscretos cuando acogían visitas de abolengo, Sánchez va a recibir a la OTAN tratando de esconder a los ministros de Podemos de la vista de los líderes europeos. El presidente considera literalmente impresentables a sus socios de Gobierno y no los quiere ver en la reunión donde acaso se juega su futuro personal a plazo medio. Ellos a su vez se han comprometido a no participar de forma directa en actos de protesta o sabotaje, máxima colaboración a la que están dispuestos para no perjudicar al Gabinete del que forman parte, y que por cierto acaba de aprobar sin que se escuchen voces discordantes la compra a Alemania de veinte nuevos aviones Eurofighter.

El pacto de respeto a la cumbre no incluye la posibilidad de agitar a los militantes para que se manifiesten contra los aliados occidentales, actividad que los ‘garzones’ y ‘belarras’ ya han comenzado a desarrollar con éxito poco apreciable: la concurrencia a la marcha de ayer en Madrid no puede considerarse una demostración de masas populares. A la izquierda le cuesta defender sus principios cuando son sus representantes quienes ocupan el poder ejecutivo. Si la conferencia atlántica la organizara el PP sería bien distinto pero ahora no conviene ir más allá de unos cuantos gritos contra Estados Unidos, unas banderitas rojas y tímidas proclamas de antiimperialismo.

El ‘orgullo rojo’ del Partido Comunista, eficaz promotor de las multitudinarias concentraciones de antaño, se limitó a la efímera presencia, en segundo plano y durante un rato, de su dirigente Enrique Santiago, que a la sazón posee también el rango ministerial de secretario de Estado. Llegó tarde, se hizo una foto y se largó rápido en un metesaca testimonial de escaso ímpetu revolucionario. La aparición, por fugaz que fuese, le costaría el puesto en cualquier Gobierno menos demediado pero este Sánchez de ademanes cesáreos carece de mando sobre la cuota podemita de altos cargos. Los jerifaltes de la Alianza fingirán pasar la cuestión por alto en aras del equilibrio diplomático mientras toman nota a nivel privado. Tienen delante problemas de mayor enjundia pero no se les oculta que esa especie de quinta columna introduce una inquietante cuña en la esencial unidad política frente a la agresión bélica de Rusia. Que debilita el compromiso español con Ucrania, condiciona la entrega de armas y abre una grieta de suspicacia a la hora de compartir información reservada. Los invitados serán corteses con el anfitrión, que entre otras cosas corre con los gastos de estancia, y procurarán que no se les note la desconfianza sobre esos ministros de veleidades putinianas cuya aura flotará en la asamblea como una presencia incorpórea que todo el mundo percibe y de la que nadie habla. Es de mala educación decirle al dueño de la casa que se le han escapado los fantasmas.