Editorial, EL CORREO, 20/3/12
La Constitución de 1812 redactada por las Cortes de Cádiz representa uno de los acontecimientos más positivos de la historia compartida de los españoles. Aquel texto fue acordado entre personas que representaban opciones políticas diversas , lo que debe servir de ejemplo para los líderes actuales. Sus ideas tuvieron que abrirse paso frente a la restauración absolutista, la Guerra Civil y la dictadura franquista hasta llegar a la Carta Magna de 1978. Su sola lectura permite descubrir el avance que han experimentado los conceptos de libertad, justicia y soberanía. Aquel texto inspiró la independencia de países que en 1812 formaban parte de España; aunque la identificación del liberalismo con una visión centralista del Estado y la asimilación de identidades con cultura propia a reminiscencias del antiguo régimen condujeran poco más tarde a un enfrentamiento fratricida. Las Cortes de Cádiz reivindicaron la legitimidad monárquica frente a la imposición invasora. Hoy la legitimidad democrática descansa sobre las sólidas bases del sufragio universal, la división de poderes y la extensión de la potestad legislativa a las regiones que conforman España. No resulta conveniente sublimar los hitos históricos hasta convertirlos en ejemplos sin mancha; mucho menos emplearlos dos siglos después para defender una decisión política frente a otras. Pero las excepcionales circunstancias que acompañaron a los redactores de la Constitución de 1812 permiten realzar la voluntad compartida entre ciudadanos y dirigentes como el secreto para superar las mayores dificultades. La Constitución de 1978 es fruto de la amarga lección de la Guerra Civil y el franquismo, y fue concebida precisamente para que lo peor no volviera a ocurrir. Pero los derechos y libertades de que gozamos hoy son el resultado de décadas de experiencia en pos de una convivencia siempre perfectible.
Editorial, EL CORREO, 20/3/12