EL CONFIDENCIAL 18/03/15
JOAN TAPIA
· Artur Mas confundió la ANC con Cataluña y ahora no sabe por dónde tirar porque es incapaz de rectificar. Pero Madrid tampoco acertó (por ser suaves) al ningunear un Estatut negociado y pactado
Ahora, tras la encuesta del pasado viernes del Centre d´Estudis D´Opinió de la Generalitat (el CIS catalán), que da resultados muy similares a los de El Periódico, no cabe hablar ya de “hora valle”, sino de clara tendencia a la baja aunque, ¡atención!, con un suelo muy alto. Y los problemas se agudizan, en especial en CiU, donde los democristianos de Duran i Lleida no están dispuestos a ir a las elecciones del 27-S con un programa unívocamente independentista y la respuesta de un sector de CDC (Artur Mas guarda un preocupado silencio) es intentar que una mayoría de Unió apueste por la independencia y deje a Duran Lleida descolocado.
La crisis de CiU será el gran asunto del mes de junio ya que una ruptura anterior a las municipales del 24-M sería un suicidio. Y el resultado final es muy incierto. La mayoría que sigue a Durán cree que habrá batalla interna, pero que Unió Democràtica, que siempre ha sido confederalista, no optará por la independencia como única solución. E incluso si perdieran la consulta interna convocada para junio (no se conoce con exactitud la pregunta) es muy posible que el equipo actual de Unió montara una lista centrista, catalanista y no independentista que podría recoger parte del abundante voto moderado de CDC.
Mas sabe y por eso calla (no habló en el último Consell Nacional de CDC) que tiene un serio problema. Si fuerza a Duran i Lleida, Sánchez Llibre y Espadaler (el discreto y eficaz conseller de Interior y secretario general de la coalición) a la apuesta por la independencia, la actual CiU –en la que el coliderazgo de Durán es relevante– saltará por los aires. Pero si no lleva la independencia en el frontispicio electoral no sólo peligra la colaboración con ERC y la ANC, sino que puede encontrarse con una rebelión interna en CDC, donde una mayoría de la militancia ha asumido con entusiasmo las tesis independentistas. Lo que para Jordi Pujol fue durante muchos años el programa máximo (secreto y reservado) es ahora para muchos cuadros de CDC el único programa.
El error de Artur Mas ha sido confundir las pulsiones del ala más maximalista de CDC y de la entusiasta y muy activa ANC con los deseos y sentimientos de toda Cataluña. Y como no es así, ahora se encuentra ante dos graves problemas.
· Mas está atrapado. Si adopta un programa independentista claro perderá a Unió. Si contemporiza su relación con ERC y la ANC, se complicará más
El primero es que CiU, que sacó 62 diputados en el 2010 (contra el tripartito y Zapatero) y bajó a 50 en el 2012 (cuando los excitados de CDC le decían que arrasaría), obtiene ahora en las dos encuestas citadas sólo 31 o 32 diputados. La aventura independentista (más la gestión de la larga crisis) le puede haber hecho perder la mitad de su fuerza. Como susurra el establishment catalán con decreciente timidez, un pésimo negocio que podría todavía agravarse si Unió o el equipo de Duran con la plataforma Construir, que ya está legalizada como partido, hicieran lista propia.
Pero el problema no es sólo de CiU o de CDC, sino de todo el independentismo. En el 2012 los votos que perdió CiU los recogió ERC porque Artur Mas hizo respetable el independentismo y, puestos a romper con España, Oriol Junqueras –sin corbata y con su aire de párroco progresista y campechano o de sindicalista con bocata– tenía más credibilidad que Artur Mas uniformado de ejecutivo. Ahora las cosas están peor. En el 2012 la suma de CiU y ERC fue de 71 diputados (tres más que la mayoría absoluta). Por el contrario hoy las encuestas les dan un máximo de 63, a cinco de la ansiada mayoría. La razón no es el ascenso del PP, del PSC o incluso de Ciudadanos o Podemos, sino de que las CUP (un partido independentista, asambleario y de extrema izquierda) suma 9 o 10 diputados frente a los 3 actuales.
Pero no hay mayoría estable y operativa (sí de bloqueo) de CiU, ERC y las CUP que podrían llegar en el mejor de los casos a 75 diputados. Madrid debe tomar nota de esa mayoría de bloqueo (además de que una hipotética mayoría no independentista desde el PPC a Podemos sería todavía menos operativa). Pero el independentismo tampoco puede dar la espalda a la realidad. La suma de CiU, ERC y las CUP baja de un 47,9% de los votos en el 2012 (derrota en unas plebiscitarias) a un 45,7%. Es un suelo muy alto que no sólo no sube, sino que tiende a la baja. Y si la encuesta de El Periódico fue recibida por el mundo independentista como un chasco que no se acababan de creer, la del CEO ha supuesto un mazazo descomunal. ¡Es la nuestra la que dice que perdemos!
Así, un brillante intelectual, próximo al independentismo pero pragmático, Xavier Bru de Sala, escribió en El Périodico el pasado sábado, el día posterior a la encuesta del CEO: “La clave es una y sólo una: no hay mayoría consistente (independentista). Se hizo evidente el 9-N a pesar del éxito, que ha costado un poco de digerir. Las rosas del camino son ahora espinos. Si las coges te puedes pinchar.
No es culpa de Mas ni de Junqueras. Tampoco de Forcadell (Carme, presidenta de la ANC) o Casals (Muriel, presidenta de Òmnium). El triunfalismo era un espejismo. Otro factor, del todo natural pero que no se había tenido en cuenta es el crecimiento del voto del no. No hay corriente marina sin contracorriente. La intensidad de las contracorrientes es proporcional a la fuerza de las corrientes”.
· Las tensiones crecen en el independentismo porque las dos últimas encuestas -incluida la del CIS catalán- dicen que la suma de CIU y ERC pierde la mayoría absoluta
Es difícil encontrar un análisis-confesión más lúcido. Las dos encuestas recientes no son relevantes sólo por la estimación de voto. Es que la relación Cataluña-España que era el año pasado el cuarto problema de los catalanes (tras el paro, la clase política y la economía) y preocupaba al 30% sigue siendo el cuarto problema pero los inquietos han caído 11 puntos. Es que el 54,4% de los catalanes, contra el 42,4%, dicen no sentirse independentistas cuando en octubre pasado los no independentistas (48,5%) eran superados por los pelos por los independentistas (49,1%). Es que los partidarios del Estado independiente (frente a la región, la comunidad autónoma y el Estado federado) han bajado al 39,1% cuando habían llegado al 48,5%.
Artur Mas confundió la ANC con Cataluña y ahora no sabe por dónde tirar porque es incapaz de rectificar. Pero Madrid tampoco acertó (por ser suaves) al ningunear un Estatut negociado y pactado. Y ahora se volvería a equivocar si cree que el problema se ha resuelto. En primer lugar, porque no hay mayoría catalana no independentista en las encuestas (salvo regreso de CDC al autonomismo). Después, porque el independentismo sigue estando muy cercano al 50% y el 64,1% de los catalanes, contra el 23,9%, cree que el grado de autonomía es insuficiente.
El saldo a favor de los insatisfechos con la actual incardinación en España es pues nada menos que de 40 puntos, cuando tras la aprobación del Estatut del 2006 –el que luego el TC se “cargó” por las maniobras del PP y la incuria de Zapatero– era de sólo de 14. Si el problema se da por resuelto y los Floriano, Wert, y delegados del Gobierno en Andalucía que critican a Albert Rivera dan rienda suelta a sus instintos, pueden resucitar incluso a Artur Mas. O darle la victoria a Oriol Junqueras.
Quizás sería bueno que la derecha española analizara con cuidado los planteamientos de Pedro Sánchez o Miquel Iceta porque –pese a los números que pregona el agit-prop independentista o el españolista– las encuestan dan un pequeño incremento de la intención directa de voto al PSC. Y respecto a Cataluña el sentimiento de los electores del PSC y de Podemos (que muchas veces vienen del socialismo o de ICV) son similares.